¿Por qué aparecen los tics infantiles? ¿A qué edad y cuándo actuar? Morderse las uñas, tocarse el pelo, chuparse el dedo, encoger los hombros, repetir sonidos, guiñar un ojo o llevarse la mano a la boca o a la nariz son algunos de los tics más comunes en los niños, los cuales tienden a remitir a medida que se hacen mayores. Un tic es una contracción totalmente involuntaria que provoca el movimiento repentino de unos determinados músculos (esqueléticos y faringolaríngeos). No es algo poco frecuente, sino todo lo contrario, ya que según datos médicos se estima que uno de cada seis niños tiene un tic.
Los tics nerviosos, aunque generan una lógica preocupación en los padres, no son un trastorno mental ni son la señal de una posible patología. Los tics infantiles, los cuales suelen aparecer entre los 5 y los diez años, pueden dividirse en tres tipos: motores simples (el movimiento de un único músculo o de un grupo muscular), los motores complejos (varios músculos o grupos musculares) y los tics fónicos (vocales, sílabas, ruidos repetitivos). En el caso de estos últimos tics, los cuales pueden durar más de un año, hay que prestar atención a su evolución ya que en este caso sí pueden ser una señal de un desorden neurológico, el síndrome de Tourette.
Los factores emocionales –como el estrés, la ansiedad o la irritabilidad- juegan un papel determinante. De hecho, los tics pueden acentuarse ante una situación que genera ansiedad o intranquilidad al niño o cuando está cansado.
En el caso de algunos niños simplemente por problemas de conducta o, incluso, por su carácter más inquieto o nervioso tienen una mayor tendencia a adquirir y repetir unos movimientos que podríamos definir como anómalos (chuparse el dedo o ponerse el dedo en la nariz, entre otros y como hemos visto anteriormente). La actitud de los padres para resolver estas situaciones es importante, siendo aconsejable mantener una actitud de tranquilidad y de explicarle al niño en qué consiste y cómo podemos ayudarle a evitar o controlar este movimiento involuntario, repetitivo y, en ocasiones, inoportuno. Los padres tienen que recordar que el niño no lo hace a propósito y que, reñirle o enfadarse, solo hará que se agudice. En los niños más tímidos también suelen ser frecuentes los tics.
Tratamiento
En la mayoría de los casos –siete de cada diez- los tics suelen ser un problema leve que remite de manera espontánea a medida que crece el niño y, en el resto, se reduce tanto su frecuencia como su intensidad. Contar con la información necesaria y ver su evolución suele ser suficiente, salvo en los casos en los que entraña una pérdida de calidad de vida y de autoestima del niño (incluso dificulta su aprendizaje), por ejemplo, en su entorno escolar y fundamentalmente cuando se trata de un tic fónico. En estos casos el médico puede considerar necesario administrar un tratamiento farmacológico. Si el origen es emocional hay que valorar especialmente los factores ambientales (relaciones familiares, escolares, sociales y otros aspectos psicológicos).
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