Los niños con TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad), ¿pueden mostrarse agresivos? La repuesta es que sí, porque el niño con TDAH tiene dificultades para controlar su comportamiento y la agresividad puede ser una forma de reaccionar ante determinadas situaciones, como por ejemplo, a la hora de hacer una actividad en grupo. El TDAH, que puede presentarse con o sin hiperactividad, es un trastorno que, entre otros, se caracteriza por las dificultades para mantener la atención y para controlar los impulsos. Un trastorno que se inicia en la infancia y que, en caso de no diagnosticarse, puede derivar en problemas a medida que el niño se hace adolescente, como baja autoestima, tristeza, dificultades de adaptación o de integración social, bajo rendimiento escolar o agresividad. Como padres, y educadores, es importante entender el problema.
Conducta agresiva en niños con TDAH
La agresividad en los niños con TDAH puede ser física, verbal e, incluso, llegar a autolesionarse si con ello buscan una respuesta de desafío ante los adultos. No hay que olvidar que a los niños con TDAH les cuesta mucho más controlar sus emociones, lo que su sumado a su impulsividad puede llevar a responder de manera agresiva o con rabia. Si además se muestra hiperactivo e inquieto, será mucho más difícil controlar su comportamiento, pudiendo mostrarse hostil y responder de manera agresiva ante una situación frustrante. Según datos médicos, se estima que un tercio de niños con TDAH muestran comportamientos agresivos, lo que en términos médicos se denomina Trastorno negativista desafiante.
¿Qué podemos hacer como padres? Es evidente que el niño necesita canalizar esa inquietud que, hasta ahora, ha desarrollado en forma de ira o agresividad. La práctica de ejercicio y actividades al aire libre son una buena herramienta para ayudar a los niños a liberar tensiones y a gastar energía. En cuanto a cómo ayudarle a controlar sus estallidos de agresividad en casa, como padres conviene sentarse con el niño para dialogar de manera tranquila y establecer normas, dejando claro cuáles serán las consecuencias si se incumplen o las recompensas en caso contrario. Es importante que el niño entienda bien las normas y, sobre todo, que no las vea como una imposición, sino como una ayuda para mejorar la convivencia y poder ayudarle a mejorar su comportamiento.
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