La hiperactividad no solo es cosa de niños, también de adultos. De hecho, está constatado que el denominado TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) puede ser hereditario. El componente genético puede determinar hasta un 70% de este trastorno, al que se suman los factores ambientales y biológicos. Tener antecedentes familiares de hiperactividad puede aumentar las probabilidades de que los niños también sean hiperactivos, pero no necesariamente predispone a ello.
Hay otro aspecto que también hay que tener en cuenta, y es que las madres, o padres, de niños hiperactivos también son más propensos a padecer síntomas de estrés y ansiedad e, incluso, en los momentos iniciales, de indefensión y preocupación al no tener claro cómo actuar. De ahí la importancia no solo de contar con un diagnóstico preciso -hay que recordar que un niño inquieto no siempre es hiperactivo- para ayudar al niño a manejar su hiperactividad de la mejor forma posible. Un aprendizaje en el que los padres juegan un papel fundamental, ya que ellos también deben aprender a manejar las situaciones que puedan generar conflictos.
Hiperactividad en niños
Se estima, según datos médicos, que entre un 5-7% de la población infantil tiene TDAH. Hasta no hace mucho se tendía a pensar, no siempre de manera acertada, que la falta de atención o de concentración obedecía a que era un niño revoltoso o mal educado. Afortunadamente hoy en día los niños con trastorno de atención e hiperactividad pueden tener a su disposición herramientas terapéuticas y educativas muy eficaces. Es importante diagnosticar y controlar la hiperactividad porque, si pasa inadvertida, puede aumentar el riesgo de fracaso escolar, por ejemplo. De hecho la hiperactividad, que se manifiesta a partir de los dos años, suele detectarse cuando los niños empiezan a ir al colegio.
Falta de atención, inquietud, rabietas, impulsividad, falta de concentración y de control son algunas de las señales que nos pueden alertar de que el niño es hiperactivo.
Hiperactividad en adultos
Aunque la hiperactividad tiende a remitir con la edad adulta, no siempre es así, ya que puede persistir, según datos médicos, hasta en un 50% de los casos, pudiendo afectar seriamente a la calidad de vida, ya que por ejemplo la falta de atención puede repercutir a la hora de asumir responsabilidades laborales. Falta de concentración y dificultades para realizar determinadas tareas que requieren paciencia y tiempo suelen ser las señales más evidentes de la hiperactividad en adultos.
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