Escándalo en Reino Unido tras destaparse que algunos hospitales públicos han estado utilizando restos de fetos para producir energía y encender la calefacción, una práctica totalmente inaceptable, tal y como se han apresurado a señalar las autoridades sanitarias tras conocerse públicamente los hechos.
Las autoridades sanitarias del Reino Unido se han visto obligadas a actuar de inmediato tras destaparse el que puede ser uno de los mayores escándalos de la sanidad -además de una práctica, cuanto menos, cuestionable- y en el que, por ahora, al menos dos hospitales públicos estarían implicados. La escandalosa práctica ha sido desvelada por una investigación periodística del canal de televisión Channel 4, y pone en el disparadero a uno de los principales hospitales públicos, Addenbrooke (Cambridge), en el que se habrían incinerado cerca de 800 fetos de menos de 13 semanas de gestación, muertos por aborto natural, para su conversión en energía. Una práctica incluida en un plan para transformar los residuos clínicos en energía y utilizarla para calentar las instalaciones del centro hospitalario. El centro comunicó a los padres que los fetos habían sido incinerados, aunque no reveló cuál era realmente su destino final.
Práctica que, como también desveló el reportaje emitido esta misma semana en el programa Dispatches de Channel 4, se llevó a cabo en otro hospital de Isqwich, con la incineración de más de 1.100 restos fetales en los últimos dos años (entre 2011 y 2013). La investigación periodística aporta más datos: se calcula que, al menos, 15.500 restos de fetos habrían sido incinerados por organismos del Sistema Británico de Salud (NHS, sus siglas en inglés). En concreto, en la lista de centros sospechosos de estas prácticas se incluyen 27. Diez ya han admitido que los restos de los fetos incinerados se mezclan con otros residuois clínicos.
Práctica «inaceptable»
De inaceptable, así ha calificado el Departamento de Salud británico esta práctica. Dan Poulter, responsable del Departamento de Salud y cuyo cargo equivale al de secretario de Estado, declaró que «la mayoría de los hospitales actúan de una manera adecuada», si bien se han extremado los controles y las normas para evitar que este tipo de prácticas se siguan produciendo. El reportaje también desvelaba que los centros hospitalarios no informan debidamente a los padres, vulnerando los estándares del respeto ante el trauma de perder un bebé.
Según las estadísticas oficiales de Inglaterra y Gales, uno de cada 7 embarazos se ve interrumpido por un aborto natural involuntario. Más del 50% de los embarazados en mujeres mayores de 45 se interrumpe por un aborto natural, cifra que se reduce a uno de cada diez en las mujeres embarazadas de menos de 30 años. La mayoría de los abortos naturales se producen en el primer trimestre de gestación, especialmente causados por problemas genéticos con los cromosomas del futuro bebé o con la placenta de la mujer embarazada. Además de la edad, los médicos también apuntan a otros factores de riesgo de aborto, como los problemas de obesidad, el consumo de tabaco o de alcohol.
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