Dentro de la educación de los pequeños tenemos que tener cuidado con la cantidad de cosas que le vamos regalando.
No podemos negarlo, la sociedad tiene a buscar todas las comodidades del mundo y a tener todo al alcance de un clic gracias a la red de redes. Internet nos ha dado esa comodidad y bien que se lo agradecemos, pero en muchas ocasiones abusamos de esta e incluso hace que nuestra frustración tenga niveles menores si no conseguimos algo.
Esto incluso se traduce a la educación de los más pequeños de la casa. ¿Conoces el síndrome del niño hiperregalado? Pues vamos a ello. Tendemos a satisfacer todos los deseos de los niños y por tanto este síndrome hace referencia a ello, todos esos regalos que les hacemos, independientemente de que sean días señalados o no, hacen que tengan un efecto negativo en la psicología de los niños.
Vaya por delante que no se trata de ninguna enfermedad, sino de un conjunto de efectos negativos que han ido viéndose por expertos en infancia bajo estas circunstancias. Por tanto, solo debemos atender a sus indicaciones para poder prevenirlo y tener una mejor educación con los más pequeños de la casa que es al fin y al cabo lo que todo padre o madre quiere.
El síndrome del niño hiperregalado provoca efectos negativos en la infancia
Concederle ese capricho que quiere puede tener efectos negativos a la hora de no tener una buena tolerancia a la frustración. Es importante que desde temprana edad sepan gestionar las emociones para ir paliando las demostraciones de ira o rabia cuando no logran tener aquello que anhelan.
Esto se une al vacío en sus sentimientos que pueden alcanzar si no tienen lo que quieren. Además, pueden ir experimentando una falta de gratitud en el caso de que vayan consiguiendo cada uno de los premios que no se van mereciendo. Aquí van convirtiéndose en coleccionistas de juguetes y chucherías, y no ponen los sentidos en el disfrute de lo que ya tienen. La cantidad adquiere más valor que la calidad.
Tanta exposición a tanto juguete afecta seriamente a su nivel de concentración. Además, en la mente de los pequeños se concibe la felicidad desde una manera diferente, relacionada a los regalos. Sin estos no hay un disfrute, no hay una felicidad que se ciñe solo y exclusivamente a los bienes materiales.
Las fronteras son necesarias para la educación de los niños por esa razón debemos hacer que los pequeños vayan comprendiendo que no todo se puede tener. Está en juego el orden estructural que debe regir el crecimiento de los que en un futuro tienen que llegar a ser personas maduras.