Niños en la mesa: Consejos para las mamás y papás

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Conseguir que los más pequeños se sienten a comer a la mesa puede resultar, en ocasiones, más complicado de lo previsto. Sin embargo, es fundamental enseñar a comer bien e inculcar unos sencillos hábitos para conseguirlo, como el compartir la mesa con el resto de la familia a las horas de la comida. El primer consejo para mamás y papás es que no conviene esperar demasiado para sentar al más pequeño de la casa en la mesa familiar, sino ir haciéndolo poco a poco, con paciencia, a partir del momento en el que comience el destete.

Para empezar, lo mejor es sentar al niño en una silla de su medida y equipada con bandeja. Después del primer año, se puede empezar a probar a sentarlo en una silla normal, eso sí, de su altura o con ayuda de un cojín para que llegue sin problemas a la mesa.

Tal y como hemos señalado hay que tener paciencia. No en vano, según datos médicos, se estima que 4 de cada 10 niños tienen problemas a la hora de comer. Aunque también es cierto que en muchos casos es una forma que tiene el niño de llamar la atención. Para evitar problemas a la hora de sentarse a la mesa, conviene no alargar demasiado las comidas, entre 20 y 40 minutos, y una vez transcurrido ese tiempo realizar otra actividad.

Hay que evitar recurrir a las distracciones en la mesa, como los juegos, canciones o programas de televisión. Y es que distraer al niño mientras come puede fomentar la obesidad en el futuro, al no permitir que el niño aprenda a detectar la sensación de saciedad.

Durante la fase en la que se comienza a introducir alimentos sólidos en la dieta de los niños es importante otorgarles cierta autonomía y libertad de elección. Es bueno que prueben los alimentos antes de decidir que no les gusta su sabor, porque en ocasiones lo descartan simplemente por su apariencia o color. De igual manera, también hay que darles autonomía a la hora de empezar a utilizar los cubiertos.

Pequeños pasos hacia la independencia en la mesa que también incluyen el desarrollo de la capacidad de distinguir los sabores. Capacidad que el niño comienza a expresar, en palabras o hechos. Aunque tenga sus preferencias, no hay que ceder al chantaje, nunca. En uno de los momentos más críticos, por lo general entre los 2 y 4 años, mostrará más preferencias por unos alimentos, lo que puede hacer que si no le gusta lo que hay en el plato aparezca una rabieta. Ceder a las pretensiones de los niños a la hora de comer puede desequilibrar su dieta y, sobre todo, enseñarles hábitos poco saludables a la hora de comer. No se trata de obligar a comer, sino de enseñar al niño la importancia de incluir en su dieta todo tipo de alimentos para crecer sano y fuerte. Dar ejemplo es fundamental. No se puede pretender que a un niño le guste la verdura si sus padres no comen verdura.

De igual manera hay que tener cuidado con las recompensas, porque pueden dar una impresión errónea al niño. Algunas frases tópicas, como si te comes la verdura te doy helado de postre, pueden dar a entender al niño que la verdura es mala y el helado bueno.

Claves de una dieta saludable
En el desayuno está la primera clave. Ningún niño debería salir de casa sin tomar, como mínimo, un vaso de leche con galletas o cereales. A media mañana, puede comer un pequeño bocadillo de queso fresco, atún o fiambre de pavo y una pieza de fruta. Hay que evitar la bollería, los embutidos y los zumos industriales.

A la hora de la merienda, pueden tomar, por ejemplo, un vaso de leche o un yogur y un puñado de frutos secos. Para asegurarnos de que no sufren ninguna carencia, es importante que todos los días tomen cereales (pasta, pan, arroz…), lácteos, frutas y verduras, carne magra, pescado o huevos y frutos secos. También debe tomar entre 2-3 raciones de legumbres a la semana.

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