Fomentar la práctica de actividades físicas o deportivas desde las primeras edades es fundamental. Se trata, en pocas palabras, de inculcar un hábito saludable. Entre los deportes idóneos para los niños está la natación, la cual también pueden practicar padres e hijos juntos. Es uno de los deportes más completos (entre otros beneficios, estimula la confianza y la seguridad) y con el que pueden empezar a relacionarse desde edades tempranas. Así, por ejemplo, los papás y mamás pueden participar desde los primeros meses de vida del niño en los clases de natación para bebés (a partir de los 4-6 meses).
Cuándo empezar La natación para bebes es una primera experiencia en el agua, como un medio estimulante y relajante. El objetivo, hasta los 3 años, no es aprender a nadar, sino relajarse y disfrutar del contacto con el agua a través del juego. De hecho, siempre deben estar acompañados de un adulto cuando están cerca o en contacto con el agua. A partir de los 3 años ya pueden empezar a asistir a las primeras clases reales de natación, los cursillos de aprendizaje inicial con el que, además, mejoran el equilibrio y la coordinación .
El primer contacto del niño con el agua, la entrada a la piscina, es bueno hacerla en compañía de mamá o papá, siguiendo las instrucciones del instructor presente, para entre otros aprender a sujetar al bebé y tomar un papel activo en sus juegos en el agua. El bebé debe sentirse absolutamente libre para jugar en el agua, sin limitaciones para expresar su creatividad.
Para ayudarle a familiarizarse con el agua, al niño se le permite la libertad de movimiento y expresión. De esta manera se estimula la individualidad, la creatividad, la confianza en los padres, en el entorno y el sentido de autonomia.
Estas clases o sesiones para bebés son el primer acercamiento real con el agua y la natación, una verdadera fuente de beneficios. Tal y como hemos señalado, el principal objetivo no es enseñare a nadar, sino estimular la inclinación natural hacia el agua, ya inherente a todos los recién nacidos, y facilitar el desarrollo psicofísico, social y ambiental. Otro de los beneficios del agua es que es un medio relajante, lo que ayudará a dormir mejor al bebé y a sentirse más relajado, sobre todo si es un niño inquieto.
Cómo empezar Las lecciones acuáticas para los niños pequeños se realizan en una piscina, no muy profunda y con agua caliente, con una temperatura de unos 31-32 grados centígrados. Normalmente los grupos no exceden de los 8-10 niños, para permitir la máxima libertad de movimiento y espacio en la piscina y, de igual manera, para asegurar que el instructor puede controlar a los padres y bebés sin problemas.
Primeros ejercicios que le ayudarán a familiarizarse con el agua. Cuando ya se sientan más seguros, el instructor animará a las mamás o los papás a dejar solo al bebé en el agua durante unas fracciones de segundo. Si para mamá o papá este paso resulta complicado, recordar que para el niño es algo mucho más natural y espontáneo de lo que pensamos.
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