Su denominación exacta es Método Madre Canguro (MMC) y es utilizado como complemento de los cuidados de bebés prematuros y con bajo peso al nacer, pero que también ha demostrado que sus efectos beneficiosos son extensivos a todos los recién nacidos. Un sencillo método basado en el contacto de la piel del bebé y la madre. Sin duda, no hay lugar más seguro para el recién nacido que un abrazo de su madre (el padre también puede realizarlo), y ahí reside la clave del método canguro que anima a las madres a abrazar a sus bebés contra su pecho. El método canguro, entre otros beneficios, favorece la lactancia materna, estimula la digestión del recién nacido, aumenta la protección frente a infecciones, regula su temperatura, respiración y frecuencia cardíaca y ayuda a relajar al bebé y a la madre.
El método canguro, hoy utilizado en numerosos hospitales de todo el mundo, surgió en la década de los años 70 del siglo XX en Colombia, como solución ante la falta de espacio en las incubadoras del hospital para atender a los recién nacidos. Ante esta situación, idearon un método que consistía precisamente en favorecer el contacto físico continuo del bebé y la madre, para lo que idearon una especie de faja tipo canguro. Este contacto permitía mantener la temperatura corporal del bebé, resultando ser mucho más efectivo de lo esperado. El método canguro no tardó en implantarse en los hospitales de Estados Unidos y luego de Europa, aunque en el caso de España hubo que esperar hasta el año 1994.
Posición canguro
La posición correcta es colocar al bebé entre los pechos de la madre, en posición vertical y con la cabeza vuelta hacia un lado y ligeramente extendida. Se sostiene al bebé con la faja, situando la parte superior justo por debajo de la oreja del bebé. Las caderas flexionadas y las piernas extensidad, en una postura similar a una rana. Hay que anudar la tela de tal manera que al levantarse la madre el bebé no se salga. Para introducir o sacar al bebé de la faja hay que sujetarlo con una manera detrás del cuello y sobre la espalda; apoyar ligeramente la parte inferior de la mandíbula del bebé en los dedos de la madre, para evitar que baje la cabeza y tenga dificultades para respirar; la otra mano, bajo sus nalgas. Sostener al bebé junto al pecho de la madre estimula la producción de leche y, por tanto, favorece la lactancia materna.
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