Con la llegada del embarazo, además de otros cambios hormonales, también se sufren grandes modificaciones cerebrales.
Cuando una mujer se queda embarazada, además de sufrir cambios en su vida para siempre, tendrá una serie de modificaciones hormonales y cerebrales. Según una investigación realizada por el Instituto Francis Crick, en Reino Unido, el cerebro de la mujer también cambia a lo largo del embarazo, debido a la liberación de las hormonas.
Estos cambios empiezan a aparecer antes de la llegada del bebé, puesto que tanto la progesterona como el estrógeno activan las neuronas del cerebro, provocando que el comportamiento o la forma de ser de la madre cambie. Son transformaciones similares a las que se producen en la pubertad.
Cambios cerebrales en las embarazadas
Durante un embarazo se pasan por diferentes situaciones, que conllevan, a su vez, muchos cambios de humor, provocados por las hormonas. Pero además de las modificaciones físicas que sufren las mujeres, el cerebro también cambia.
Con el agrandamiento de la amígdala, una estructura que se encuentra en el lóbulo temporal, se producen transformaciones en las emociones que dan lugar a estados de depresión y de ansiedad. El hipocampo, que se encuentra también en el lóbulo temporal, disminuye, lo que provoca que la memoria de la embarazada pueda empeorar.
Por otra parte, la glándula pituitaria, situada debajo del cerebro, también aumenta y produce, además, unas hormonas que son las causantes de muchas funciones de nuestro cuerpo. Precisamente, esta glándula es la que crea, durante el embarazo, un vínculo emocional entre la madre y su pequeño. Suele recuperar su tamaño habitual durante las 6 semanas siguientes al parto. Asimismo, la actividad del precúneo, que se ubica en la zona del lóbulo parietal superior, aumenta, provocando que la madre tome más conciencia en el desarrollo del bebé. También ayuda a que se genere el vínculo madre e hijo.
Otro apunte significativo durante la gestación es el incremento de la actividad del giro cingulado, que rodea la parte más cercana de frente al encéfalo; de la corteza prefrontal, que se encuentra en la parte más anterior del lóbulo frontal; y de la corteza orbitofrontal, que se sitúa en el lóbulo frontal del cerebro, provocando que la relación entre la madre y el hijo también aumente. Es como si todo el cerebro se centrase en la nueva vida que se está gestando y en conectar con ella.
Como has visto, las transformaciones mentales también son numerosas durante el embarazo. Y, aunque no se vean físicamente, como sí ocurre con los cambios corporales, son muy notables y considerables. Ayudan a que la madre sepa reconocer las necesidades que tiene su bebé y a saber atenderle correctamente.