Se trata de mantener una buena sintonía para no perder los nervios y que la convivencia en la nueva situación no pase factura
Uno de los momentos más esperados para la mujer y en el que más cambios se produce en ella es cuando le llega la maternidad. Se trata de algo que cambia para siempre el día a día de las personas y especialmente el convivir de la pareja en el núcleo familiar. De la noche al día, de forma inmediata, una nueva personita que necesita de todos los cuidados entra en la vida de la pareja para revolucionarlo todo. No entiende de esperas u horarios y sus prioridades pasan a ser las de la pareja.
Este nivel de exigencia puede afectar a la pareja, y no es extraño ver cómo la relación se puede ver debilitada debido al estrés que supone la llegada del bebé. En otros muchos casos supone todo lo contrario y es el pequeño el que viene a sembrar la unidad entre los padres que en un principio se estaba viniendo a menos.
Aquí es donde cada cual incluso empieza a conocerse aún más, empieza a verse en otra faceta que ni imaginaba y conoce otros aspectos de su personalidad que empiezan a aflorar. Para que el hijo no influya de manera negativa, es vital tener conversaciones fluidas para tener un entendimiento mutuo. Cualquier sentimiento se ha de hablar, ya sea de temor, de inquietud, etc.
Cómo afecta la maternidad a la pareja
Repartir tareas, apoyarse en lo material y en lo sentimiento y una buena y sana comunicación pueden ser los puntos de partidas para que la maternidad y paternidad no pasen factura a la pareja. El nivel de exigencia puede llevar a perder los nervios en muchas ocasiones por ello que la serenidad y paciencia tiene que ser otro de los puntales. Todo ello unido a que la falta de dormir las horas necesarias hace que el estrés crezca.
La pareja debe mantener un buen nivel de gestión del estrés en este sentido. La nueva forma de afrontar la vida en familia tiene que hacer que el reparto de rutinas se lleve a buen puerto. Esencial no echar las cosas en caras.
Además, las hormonas están más a flor de piel que nunca para la mujer debido a todos los cambios de estados que están viviendo. Y si incluso se tienen que haber cambios de domicilio debido a las necesidades del bebé la cosa se pondrá algo más complicada.
Son varias situaciones cambiantes de buenas a primeras, y la mente tiene que estar más que preparada para afrontar todo lo que se viene encima que es mucho. Pero no podemos olvidar que la recompensa bien lo merece y hay que pensar en los beneficios que tendrá para la unidad familiar.