¿Están relacionados los gustos alimenticios de las mamás con los que después tienen los hijos? Varios estudios ofrecen la respuesta
Suele decirse que los bebés que nacen con marcas en la piel es por todos los antojos que ha tenido su madre durante el embarazo. Algo que, obviamente, no es cierto. Puedes estar tranquila. Si tienes un antojo, tu hijo no tendrá una marca, dado que la mayoría de estas se forman por un problema en los capilares de la piel del niño.
Asimismo, otra creencia muy extendida tiene que ver con que las preferencias de las comidas de los pequeños se forma en base a lo que comen sus madres durante la gestación. Pero… ¿es cierto? ¿Están relacionados los gustos de las mamás con los que después tienen los hijos?
¿Mito o realidad?
Según algunos estudios, lo que comen nuestras madres en el embarazo sí influye después en nuestra alimentación. En el año 2000, se realizó un primer estudio en Francia en el que se analizó la influencia de la alimentación en las mujeres embarazadas sobre los gustos futuros de sus hijos. Se tomó como muestra a 24 embarazadas, a las cuales dividieron en dos grupos. Uno de ellos se alimentó con comidas y bebidas de sabor a anís, y el otro con alimentos sin dicho sabor. Cuando nacieron sus bebés, se dieron cuenta de que aquellos cuyas madres pertenecían al segundo grupo hacían gestos de extrañeza con el sabor a anís. En cambio, el resto sí que mostró interés por dicha degustación.
Tras ese estudio, se efectuaron algunos más para ratificar lo sucedido. Por ejemplo, en Pennsylvania dividieron a varias mamás en tres grupos. El primero incluyó zumo de zanahoria a sus comidas durante la última etapa de gestación, y cuando estaban en proceso de lactancia lo cambió por agua. El segundo estuvo con agua durante el embarazo y después con zumo. Y, finalmente, el tercero solo con agua. Posteriormente, los investigadores se dieron cuenta de que, en el momento de la comida, los bebés de madres que habían tomado zumo de zanahoria comían mejor los cereales con este sabor y que a los pequeños cuyas mamás solo habían bebido agua les costaba mucho más consumir dichos cereales.
Los mismos investigadores, después de otro experimento con pastillas de ajo y el líquido amniótico de diez embarazadas, observaron también que los bebés de estas mamás estaban más acostumbrados al olor y al sabor del ajo, que el resto de niños pequeños. Y es que, cabe recordar que al nacer, los recién nacidos tragan una pequeña cantidad del líquido amniótico.
Así pues, efectivamente, lo que comen nuestras madres, de una manera u otra, influye en nuestros gustos alimentarios o en nuestro comportamiento ante determinadas comidas. No obstante, esto no significa que todo lo que coman las mamás le va a gustar en el futuro a su bebé. Podemos estar acostumbrados a ciertos sabores u olores, y no gustarnos jamás.