Infertilidad: ¿Riesgo de depresión?

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Infertilidad: ¿Riesgo de depresión? La respuesta es sí. El deseo de ser madre y no conseguirlo. Esta es la causa que provoca que, hasta un 10% de las mujeres que se someten a un tratamiento de fertilidad, sean más vulnerables a sufrir depresión, un porcentaje que en el caso de la ansiedad se puede multiplicar. De ahí la importancia de incidir también en el apoyo psicológico a la pareja que decide someterse a un tratamiento de fecundación in vitro para hacer realidad el deseo de ser padres.
 
Se estima, según datos médicos, que más de un 15% de parejas presenta problemas de fertilidad. Los avances en reproducción y fecundación siguen dando pasos importantes para ayudar y hacer realidad el deseo de ser padres. Pero precisamente, la línea que separa el deseo de la realidad puede hacer que surjan los sentimientos de ansiedad que, de no controlarse de manera adecuada, puede tender a un episodio depresivo o a una sensación de tristeza y melancolía continúa. Además, la ansiedad por quedarse embarazada puede ser precisamente un obstáculo para conseguirlo y afectar de manera negativa a la capacidad de gestación.
 
Cierta ansiedad, la hora de someternos a un tratamiento de estimulación ovárica o fecundación in vitro, resulta normal, pero el impacto psicológico es un factor que médicos y expertos tienen en cuenta, máxime teniendo en cuenta los resultados de estudios que se han centrado en analizar la prevalencia de trastornos de ansiedad y depresión en la mujer durante el tratamiento de fertilidad. Uno de estos estudios realizado en España y presentado en el Congreso de la Sociedad Española de Fertilidad señala que el impacto psicológico o los episodios de ansiedad o depresivos pueden aparecer durante la fase de estimulación ovárica y también tras realizarse la transferencia o implantación de embriones a la espera de saber si se ha logrado el embarazo.
 
Tal y como subrayan los especialistas en medicina reproductiva, el estado y el equilibrio emocional, tanto de la mujer como del hombre, antes y durante el tratamiento, es fundamental, ya que un elevado nivel de ansiedad puede mermar la ovulación y la fecundación.
 
Además, hay tres fases especialmente a tener en cuenta: la fase de diagnóstico para conocer las causas de la infertilidad, la propia incertidumbre que puede generar el tratamiento y la espera antes de confirmar la gestación. El apoyo psicológico durante el tratamiento de fertilidad juega, por tanto, un papel fundamental para aumentar las posibilidades de éxito del tratamiento.
 

Ansiedad y depresión

Las preocupaciones, las dudas o la tensión nerviosa pueden provocar un malestar interior que, en términos médicos, constituyen un trastorno de ansiedad, el cual puede ir acompañado de otros síntomas como malestar físico, náuseas, temblores, insomnio, aceleración del ritmo cardiaco o insomnio. El estrés, el cansacio o un cambio en la vida personal o profesional pueden agravar la ansiedad.
 
La depresión, por su parte, es una enfermedad que se manifiesta por episodios y que afecta tanto al estado de ánimo, al sueño como al comportamiento alimentario. Tristeza, baja autoestima, desmotivación, falta de apetito, trastornos del sueño y problemas de concentración son algunos de los síntomas que si persiten durante más de dos semanas debemos tener especialmente en cuenta.

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