Es un error considerar la hipersensibilidad, tanto en los niños como en los adultos, un defecto, porque no lo es en absoluto. De hecho, la hipersensibilidad, común en los niños, es más bien una característica de la personalidad de los más pequeños. Es cierto que, en algunos casos, los padres pueden sentirse abrumados al descubrir que su hijo es extremadamente sensible, tendiendo a adoptar una actitud sobreprotectora o demasiado estricta. Un error, porque esto puede aumentar la sensación de frustración en los niños, al sentirse incomprendidos. Por su parte, una actitud sobreprotectora no ayuda a fomentar la autoestima, la confianza y la seguridad en uno mismo. ¿Cómo comportarnos como padres ante la hipersensibilidad en los niños?
¿Qué es? Tal y como indica su propio nombre, se trata de una mayor sensibilidad a los estímulos internos y externos. Los niños hipersensibles tienden a reaccionar peor a las decepciones o fracasos, son mucho más exigentes consigo mismo e, incluso, se muestran más tímidos. Por otra parte, los niños hipersensibles son mucho más perceptivos y creativos. Un niño hipersensible tiene que aprender a manejar sus emociones de una manera equilibrada.
¿Cómo actuar con los niños hipersensibles? Los niños que son más sensibles, sin duda, requieren más atención que otros, así como una mayor necesidad de ser escuchados y empatizar. De esta manera, sintiéndose seguro, su actitud será mucho más constructiva, es decir, aprovechará como fortaleza lo que parecía un punto de debilidad. Para ello es crucial el papel de los padres para ayudarles a creer en sí mismos, alentándolos y destacando los rasgos positivos de su personalidad, por ejemplo, la empatía extrema y la creatividad.
También los padres deben percibir la hipersensibilidad del niño como una característica más que define a su hijo. No podemos olvidar que todos son diferentes y que esas diferencias son las que nos hacen únicos como personas. Es esencial que los padres eviten las actitudes excesivamente críticas, autoritarias o rígidas. Los padres de los niños hipersensibles deben aprender a ponerse en sus zapatos y, por tanto, saber ser sensible a sus emociones, compartiendo esta maravillosa característica que, si se motiva de la manera correcta, resultará un recurso inagotable.
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