La faja postparto y el cinturón pélvico -pueden parecer lo mismo pero con matices- están diseñados para ayudar a recuperar la talla como parte del proceso de recuperación física de la mujer después del parto. Pero, ¿realmente son iguales?, ¿en qué se diferencian?, ¿cuál es recomendable utilizar? De entrada, la faja se coloca en el abdomen y el cinturón en la zona de las caderas, utilizándose durante las semanas posteriores al parto, si bien en algunos casos se puede utilizar durante el embarazo, por ejemplo para reducir las molestias o el dolor producido por la sobrecarga de la zona lumbar. Durante la gestación, y para facilitar el nacimiento del bebé, las caderas de la mujer se van ensanchando. Es uno de los más cambios físicos que experimenta el cuerpo de la futura mamá a medida que se va preparando para el momento del parto. ¿Cómo revertir los cambios tras el nacimiento del bebé?
Faja abdominal postparto
Utilizar una faja abdominal es la opción más cómoda para disimular el aumento del volumen tras el parto, si bien los expertos consideran que no se debe utilizar de manera prolongada. En concreto, su uso prolongado puede afectar al músculo del abdomen denominado transverso, aumentando el riesgo de pérdida de tono muscular en el suelo pélvico o de padecer lumbalgia. Si nos olvidamos de ejercitar los músculos abdominales, perderán fuerza y dejarán de realizar una función que está asumiendo la faja.
Cinturón pélvico
El cinturón pélvico, denominado así porque se coloca alrededor de la pélvis, es la opción recomendada en caso de parto natural, ayudando además a aliviar el dolor lumbar. En concreto, el cinturón se tiene que colocar por debajo de las espinas ilíacas anterosuperiores, próxima a los trocánteres mayores (fémur) y la sínfisis del pubis. El objetivo es que el cinturón facilite la contención de la musculatura del suelo pélvico.
El cinturón pélvico no solo tiene beneficios terapéuticos, también estéticos, recomendándose colocar durante la primera semana tras el parto. Entre otros, ayuda a mejorar la postura (reduce el riesgo de hiperlordosis lumbar), reduce el dolor lumbar, de espalda y de las cervicales; reduce la sensación de pesadez y la incontinencia urinaria). El cinturón pélvico también está recomendado en caso de partos cesáreos.
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