Aunque en sus primeros meses de vida es normal que el bebé fuerce un poco los ojos, hay que estar pendiente de que esto no se convierta en un problema, en concreto, en una señal de estrabismo. No hay que alarmarse, porque se puede corregir. En los casos de estrabismo en niños, ¿qué hacer?
El estrabismo es un trastorno de la salud ocular. Se define como la desviación de la dirección normal de uno o de ambos globos oculares, por la cual los dos ejes visuales no se dirigen simultáneamente al mismo punto. Se da la circunstancia de que, durante los primeros meses de vida, sea normal y frecuente que los bebés fuerzen un poco el ojo. En la mayoría de los casos, el problema desaparece de manera espontánea, sin necesidad de hacer nada más que esperar. Sin embargo, ¿qué ocurre si se mantiene o se agrava? En otras palabras, ¿qué debemos hacer si el niño tiene estrabismo?
Estrabismo en niños: causas
El estrabismo aparece, en la mayoría de las ocasiones, como consecuencia de un defecto refractivo, como la miopía, sobre todo cuando un ojo tiene un número diferente de dioptrías (lo que se denomina ambliopía). En el caso de los bebés, el estrabismo transitorio está debido a la todavía inmadurez del nervio óptico (sistema nervioso central).
El estrabismo, en función de la desviación del ojo, puede ser convergente (el ojo hacia dentro) o divergente (el ojo hacia fuera, menos común). El estrabismo no solo es un problema estético, sino que puede tener sus consecuencias sobre la salud visual del niño, haciendo más vulnerable a padecer, por ejemplo, ojo vago.
Estrabismo: cómo actuar
Si el trastorno se prolonga más allá de los seis primeros meses de vida del bebé, si el niño cruza los ojos de manera constante o si la desviación se produce en distintas direcciones, lo más conveniente es que los padres lleven al niño al oculista, para confirmar o descartar que estemos ante un problema de estrabismo.
Una vez diagnosticado el estrabismo, hay que desvelar cuál es su causa. Los especialistas subrayan la importancia de hacerlo lo antes posible, ya que a partir de una determinada edad (en torno a los 7 años), es más difícil de corregirlo. El tratamiento irá encaminado a corregir el defecto de visión (si lo hubiera) mediante gafas o lentillas o bien, en el caso de sufrir ambliopía, con la colocación de parches y ejercicios de rehabilitación ocular. La cirugía solo está indicada cuando no dan resultado los tratamientos anteriores.
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