El divorcio, o la ruptura de una relación, es un momento difícil, especialmente cuando hay hijos. No solo los padres tienen que reponerse y adaptarse a la nueva situación, también los hijos se ven obligados a asumir los cambios, lo cual puede afectar a su comportamiento y desarrollo emocional. Como madres divorciadas o separadas, especialmente cuando la separación no se produce de mutuo acuerdo entre las partes, hay una serie de errores que debemos evitar cometer a toda costa, sobre todo para que la adaptación de los hijos sea lo más llevadera y fácil posible. Y sobre no podemos olvidar que los hijos no son responsables de los errores de sus padres.
Hablar mal del otro progenitor
El divorcio o separación no es una situación fácil, tanto si se produce de mutuo acuerdo como no, ya que no podemos olvidar que nuestros sentimientos se ven seriamente afectados. Sentimientos de culpa, sensación de fracaso, preocupación, nerviosismo, resentimiento, dolor… Emociones a flor de piel que influyen, lógicamente, en nuestro bienestar físico y emocional. Pero, independientemente de que la relación se haya roto, no podemos olvidar, como madres en este caso, que él sigue siendo el padre de tus hijos, y los niños le quieren, por lo que nunca debemos hablar del otro progenitor. El respeto es fundamental para que nuestros hijos asuman la nueva situación.
Utilizar a los hijos
Por mucho dolor y resentimiento que se sienta, hay límites que no debemos rebasar, como el de utilizar a los hijos e, incluso, manipularlos, por ejemplo concediéndoles todos los caprichos o dejándole hacer cosas que antes, como pareja, no le hubiéramos permitido. Esta actitud puede menoscabar la autoridad del otro progenitor. Otras formas de utilizar a los hijos es negarle al otro progenitor la posibilidad de pasar tiempo con ellos o echar por tierra algún evento importante, como su cumpleaños o la fiesta de fin de curso.
Divorciarse del padre y de los hijos
Un consejo que, en realidad, vale para los dos progenitores, porque la separación no conlleva que uno deje de ser madre o padre, sino todo lo contrario, se trata de una etapa en la que los hijos necesitarán más el apoyo de sus padres para no perder confianza o sentirse menos seguros. Romper el vínculo con los hijos es justo lo que no hay que hacer. El exceso de trabajo y la falta de tiempo libre por un lado, o el no permitir al otro progenitor mantener contacto, son dos cosas que hay que evitar.
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