Enfermedad inflamatoria intestinal: Diagnóstico en niños

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Enfermedad inflamatoria intestinal: Diagnóstico en niños. Estamos ante una enfermedad que, según datos de la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica y el Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa, afecta a uno de cada cien mil niños en nuestro país. Esto se traduce en aproximadamente unos 250 nuevos diagnósticos al año de una enfermedad que, como también apuntan los especialistas, ha registrado una notable incidencia en los últimos años entre la población infantil.
 
Los cambios en el estilo de vida y, sobre todo, en la alimentación, están detrás de la mayoría de los diagnósticos de la enfermedad inflamatoria intestinal, la cual no distingue entre edades y se puede dar entre los más pequeños. De hecho, según los datos recogidos en el registro Spirit (siglas de Spanish Pediatric IBD Retrospective study of Incidence Trends, impulsado por la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica), afecta a uno de cada cien mil niños, motivo suficiente para prestarle la debida atención. La edad media del paciente infantil ronda los 12 años (preadolescencia y adolescencia), con más diagnósticos de la enfermedad de Crohn frente a la colitis ulcerosa. Ambas patologías cursan de forma crónica y con brotes de actividad inflamatoria.
 
Los cambios en la alimentación conllevan cambios en el tipo de bacterias que entran en contacto con nuestro intestino. Las infecciones, pero también la genética y factores inmunológicos parecen estar detrás de una enfermedad que afecta al tracto digestivo y cuyo origen concreto sigue arrojando dudas. Asimismo, otros hábitos menos saludables, como el tabaco o la falta de ejercicio físico, también parecen influir en la mayor o menor vulnerabilidad a padecer un trastorno de este tipo.
 

Enfermedad inflamatoria intestinal

Las manifestaciones o síntomas más frecuentes de la enfermedad inflamatoria intestinal son diarreas frecuentes, dolor abdominal prolongado en el tiempo, anemia, pérdida de peso sin causa aparente –o ganancia muy escasa de peso en los niños- y posible aparición de episodios de fiebre. Los síntomas pueden afectar al estado general, provocar retrasos del crecimiento y distensión abdominal. En algunos casos, los síntomas iniciales pueden confundirse con otros trastornos de la salud comunes en los niños, como la gastroenteritis que también cursa, por ejemplo, con fiebre, diarrea y dolor abdominal.
 
El diagnóstico precoz es importante, ya que cuanto antes se detecte antes podrá iniciarse el tratamiento, y evitar el empeoramiento de la salud del paciente. Actualmente, con los tratamientos disponibles (los cuales también deben combinar el control de la nutrición y de la actividad física) se pueden controlar de una manera eficaz los síntomas de esta enfermedad durante periodos bastante prolongados. Controlar la enfermedad, al tratarse de una patología crónica, es la mejor herramienta para conseguir que los pacientes, sobre todo los más jóvenes, pueden llevar una vida lo más normal posible. Gracias a los tratamientos también se consigue que la enfermedad afecte lo menos posible al crecimiento y desarrollo, físico y emocional, de los pacientes.
 
Precisamente, en el capítulo del tratamiento, en la tercera edición del curso de enfermedad inflamatoria intestinal pediátrica (organizado por la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica y el Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa), se tiene especial confianza en nuevas terapias como la aféresis de granulocitos, especialmente en los pacientes con colitis ulcerosa. Una técnica que permite actuar directamente sobre las células más inflamatorias.

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