Se trata de una disciplina que antes no iba unida a la educación que los pequeños tienen que tener y que ahora cobra importancia
La psicomotricidad es una disciplina que se está fomentando en los últimos tiempos, aunque verdaderamente es una práctica se lleva utilizando desde hace mucho. En concreto, la psicomotricidad infantil es vital dentro de los movimientos que tienen que ir realizando los pequeños en edades tempranas, durante las fases iniciales de la infancia.
Unir tanto la educación infantil y la psicomotricidad no era habitual años atrás. Se entendía más bien en aquellos pequeños que por desgracias sufrían alguna minusvalía o complicaciones. Pero con el paso de los años y los conocimientos que se han vertido a través de los diferentes estudios e investigaciones realizadas, ya forma parte del desarrollo global que los pequeños deben tener a niveles de sentimientos, de movimiento y de inteligencia.
Para tener una idea más general de lo que es la psicomotricidad, la podríamos describir como aquella que establece la unión en la mente de emociones y cuerpo. En el caso de la infantil, se podría ampliar como las herramientas que se aplican para equilibrar los movimientos, a la vez que también toca las emociones que conlleva el sistema cognitivo.
Los beneficios de la psicomotricidad infantil
La psicomotricidad infantil facilita que los pequeños tengan un mejor dominio de los movimiento de su cuerpo, tener un mejor equilibrio y poder ganar en rango de agilidad. Además interfiere activamente en la comunicación y las relaciones con sus iguales que se van estableciendo tanto en la guardería, como en el parque o zonas de juegos.
El profesorado también se debe involucrar en estas tareas para que el niño pueda tener una mejor ayuda, ya que hasta los siete años se siguen desarrollando estos movimientos y pueden mejorar tanto sus actitudes como también su postura corporal y dinamismo.
Si un niño no es capaz de realizar los mismos movimientos que otros con los que juega o son compañeros de clase en el colegio, corre el riesgo de quedar aislado por no seguir el ritmo. Incluso puede desarrollarle algún tipo de trauma o de trastorno de cara a un futuro ya que a esas edades es muy importante ir creando una autoestima y confianza sólida.
Además, en el apartado mental, la psicomotricidad establece parámetros para que se tenga una mejor concentración y capacidad para atender. Existen dos tipos de psicomotricidad, la fina y la gruesa. La fina elabora los movimientos puntualizando en áreas pequeñas, tales como los dedos o la cara. La gruesa es aquella centrada en acciones de juegos, carreras o saltos. Aquí, el educador acumula un papel vital para que los niños vayan desarrollando todas estas funcionalidades.