Sol y agua del mar reportan interesantes beneficios para la piel en los casos de eccema atópico, también denominada dermatitis atópica, una patología frecuente de la piel que, según datos médicos, afecta a cerca del 20% de los niños. Cada estación del año puede suponer un reto para la piel de los niños con eccema, aunque el verano en una época más propicia para aprovechar sus beneficios y aliviar los síntomas, tan molestos como el picor. El eccema atópico puede aparecer desde el primer año de vida.
Picor, enrojecimiento y sequedad de la piel y descamación son los síntomas más comunes del eccema atópico o dermatitis atópica. En los niños más pequeños tiende a aparecer con más frecuente en la cara (mejillas), codos y rodillas.
Tanto el sol como el agua del mar pueden resultar beneficiosos para el tratamiento del eccema atópico, uno de los problemas dermatológicos más frecuentes en la infancia y que se manifiesta de manera recurrente en forma de brotes. Y es que si durante el invierno la piel tiende a resecarse y, con ello, el eccema atópico se puede agravar, con la llegada del buen tiempo esta dolencia tan frecuente puede remitir. Los rayos solares, gracias a su efecto desinflamatorio, mejoran el estado del eccema y, por tanto, de sus molestos síntomas.
Lógicamente, esto no significa, en ningún caso, que los niños con esta patología de la piel tengan el tomar el sol sin ningún de protección. Todo lo contrario. Su piel requiere los mismos cuidados y las mismas medidas preventivas que el resto de los niños, es decir, utilizar crema solar protectora y evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, entre otros consejos básicos.
¿Agua del mar o piscina?
La respuesta es clara, el agua del mar, por sus propiedades desinfectantes y cicatrizantes. Por el contrario, el agua de la piscina, por su contenido en cloro, puede resultar más irritante para la piel y, por tanto, ejercer el efecto contrario al deseado. Por lo tanto, lo más recomendable son los baños en el mar.
Sudor en verano
El verano es la época del año en la que más sudamos. Una subida de las temperaturas que, además de requerir una mejor hidratación, también eleva nuestro termómetro corporal. Y es al sudor al que hay que prestar atención en el caso de los niños con eccema atópico, ya que agrava las molestias. Lo más aconsejable es duchar a los niños inmediatamente después de haber realizado alguna actividad física o jugar de manera vigorosa.
Eccema en verano: consejos
De igual manera que durante el invierno la calefacción puede secar la piel, el aire acondicionado puede tener el mismo efecto. Los cambios bruscos de temperatura no son buenos aliados para la piel. Es aconsejable airear las habitaciones de los niños y la ropa de cama todos los días (mejor ropa de fibras naturales). En verano, muy importante prevenir las quemaduras y, al aplicar las cremas solares, lo mejor es optar por cremas con factor de protección para pieles sensibles.
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