El destete natural no solo es la mejor opción, sino que que es la mejor manera de que el niño se adapte a los cambios. Lo primero que hay que reseñar es que conviene tener paciencia, ya que no podemos olvidar que estamos ante una de las fases más delicadas del desarrollo del niño en su primer año de vida.
Destete: cuándo y cómo El destete es, en pocas palabras, dejar de tomar leche materna en exclusiva y empezar a combinarla con leche de fórmula y, progresivamente, con la introducción en su dieta de nuevos alimentos, líquidos y sólidos. Tiene que ser una transición gradual, sin que para el niño resulte una imposición. Si los tiempos van acompasados a las necesidades de los niños, el destete natural será la alternativa más sencilla, y sin que ello suponga mucho esfuerzo.
Lo mejor para el destete natural es hacerlo sin los rigores del tiempo, tratar de que sea algo lo más instintivo posible, sin demasiadas reglas. Alrededor de los seis meses (hasta entonces, el alimento indispensable, y el más sano, es la leche materna), es bueno empezar a hacerle degustar nuevos alimentos, es decir, nuevas texturas y sabores. Ello se consigue a través de las frutas y las verduras. Hay que comenzar con porciones muy pequeñas (lo mejor, ralladura de frutas, trituradas o en puré), y en el caso de las verduras, ir añadiéndolas en purés o caldos vegetales hechos en casa.
Hay que evitar los alimentos que no sean naturales, y sobre todo no hay que forzar al niño. Es bueno, por su parte, que el más pequeño comparta la hora de la comida con el resto de la familia, así como los horarios, para ir haciéndole partícipe de los hábitos familiares. A medida que se vaya haciendo mayor, es aconsejable compartir con los niños momentos para la preparación de los alimentos, para llenar la cesta de la compra y para enseñarles a elegir lo más adecuado para una dieta saludable.
Cada comida es un descubrimiento El destete natural debe ser gradual y casi espontáneo. El destete, lejos que pensar que se trata de una transición complicada, hay que orientarlo a satisfacer las necesidades y demandas del bebé, así como plantearla como un descubrimiento de los nuevos sabores y aromas de los alimentos. Todo ello con ayuda de papá y mamá, y sin obligaciones. Tan solo hay que aplicar unas normas básicas, y relativas como hemos visto a la introducción de los alimentos: primero, la fruta, como la manzana, pasando a continuación a las verduras, como zanahorias, mientras que para otros alimentos, como las fresas o los tomates, conviene esperar al menos un mes más, ya que en algunos casos pueden generar alergia, algo similar a lo que ocurre con los huevos.
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