Desayuno infantil: Nutrientes contra el fracaso escolar. La afirmación no es casual, ya que no desayunar o desayunar mal influye directamente en nuestro rendimiento y en el de los más pequeños. No respetar las horas de descanso o dormir mal suele ser el principal motivo por el que los más pequeños descuidan la comida más importante del día, el desayuno. Una dieta sana, variada y equilibrada no solo es esencial para el desarrollo y crecimiento de los más pequeños, sino que empieza con la primera comida de la jornada.
Conocemos la teoría, pero no siempre la cumplimos. El desayuno es fundamental, sobre todo en el caso de los más pequeños, los cuales deben aprender a llevar unos hábitos saludables desde la infancia. Y entre estos hábitos está el tomar un desayuno equilibrado y nutritivo que les permita afrontar la jornada con la energía suficiente. De lo contrario, la falta de atención, falta de concentración, los cambios de humor, la irritabilidad o el bajo rendimiento físico e intelectual, cansancio o la falta de energía comenzará a hacer acto de presencia.
Uno de los motivos por el que los más pequeños pierden el apetito a primera hora es la falta de sueño o el no haber dormido bien. Es importante, tal y como aseguran los especialistas, que los niños de entre seis y doce años duerman entre 10 y once horas. Por la mañana, es aconsejable despertar a los niños con el tiempo suficiente (no menos de diez o quince minutos) para que tomen el desayuno. Enseñarles a prepararlo es una motivación que puede despertar su apetito a primera hora. Y, por supuesto, el desayuno debe ser equilibrado, renunciando a incluir demasiada bollería. Lo más idóneo es un desayuno que contenga un producto lácteo (leche, yogur, queso), hidratos de carbono de lenta absorción (cereales, pan, galletas), una pieza de fruta o un zumo. Según los especialistas en nutrición, el desayuno debe aportarnos al menos el 25% de las calorías de nuestra dieta diaria. Si desayunamos bien nuestro organismo se habituará y, en poco tiempo, será él quien nos recuerde la hora del desayuno. Y es que crecer es aprender a comer y a llevar hábitos saludables y cuando antes empecemos, mejor.
No desayunar bien tiene otro inconveniente añadido, y es que a medida mañana los niños comenzarán a sentir hambre y la necesidad de un aporte energético, lo que hará que tiendan a comer productos de más contenido en azúcar y ácidos grasos, como la bollería. Hay que recordar que una dieta desequilibrada no solo se traduce en bajo rendimiento, sino que también puede derivar en otros problemas, como peor comportamiento, mala relación con los compañeros y, en cuestión de salud, les hace más vulnerables a padecer obesidad infantil o diabetes.
Frutos secos: Agilizan la mente
Para rendir al máximo, nutrientes como las proteínas, las grasas esenciales, vitaminas, fósforo e hierro. Todo eso lo vamos a encontrar en los frutos secos. Puedes incluirla en la dieta infantil y en, concreto, en el desayuno, espolvoreando por ejemplo una cucharadita de almendras molidas sobre los cereales, el yogur o la macedonia de frutas. Las almendras son un buen aliado para prevenir problemas de concentración o los bajones energéticos. Y como sustituto de las almendras, las pipas de girasol que además de ser fuente de vitamina B1 ayudan a recuperar el apetito.