Siempre nos han dicho que los sueños son reflejos de nuestras experiencias, deseos y temores. Pero, ¿qué ocurre con los bebés que aún no han vivido lo suficiente? Te contamos qué dice la ciencia sobre si sueñan los bebés.
Fases del sueño infantil
Antes de nada es imprescindible comprender que los bebés pasan por dos fases del sueño: el sueño profundo o sueño lento, la cual ayuda a que los pequeños tengan un sueño reparador; y la fase REM o “rapid eye movement”. Es en esta última en la que el cerebro se encuentra en un punto tan intenso de actividad cerebral que se equipara a cuando estamos despiertos, por lo que es en este momento cuando brotan los sueños. Una peculiaridad de los niños es que esta fase ocupa un 50% de su descanso, un porcentaje que duplica el de los adultos y que va descendiendo poco a poco. Y es que, en teoría, la maduración mental implica soñar menos pero de forma más compleja.
¿Cuándo comienzan a soñar?
Algunas investigaciones científicas han determinado que los bebés ya comienzan a soñar antes de nacer. Es en el séptimo mes de gestación cuando se ha advertido una fase REM, por lo que es muy probable que también tengan sueños sobre las sensaciones que tienen en el interior de su madre. No obstante, a partir de los 18 meses ya podemos observar movimientos de cejas y sonrisas que lo demuestran; y los sueños como tal surgen a los 2 o 3 años de edad, cuando surgen sus primeros deseos y temores.
¿Con qué sueñan?
Según el doctor Charles P. Pollack, los niños que todavía están en fase de gestación sueñan, pero no se sabe exactamente con qué. Probablemente “con cosas pertenecientes a su universo infantil”.
Los recién nacidos no sueñan con vivencias como los adultos, sino que sus sueños están plagados de sensaciones tales como olores, sabores, colores o temperaturas. Es a los 18 meses cuando van incorporando estas experiencias, aunque no saben muy bien cómo separarlos de la realidad.
¿Qué ocurre con las pesadillas?
Las pesadillas infantiles surgen en el tercer año y giran en torno a los monstruos o miedos tales como el de perderse. Estos temores están directamente relacionados con la aparición de sus primeros problemas y conflictos emocionales. Lo mejor que podemos hacer para evitarlas es asegurarnos de que su vida gire en torno a cosas buenas y lo protejamos de traumas lo mejor que podamos.