Birgit Kelle, nacida en 1975 y de origen rumano-germano, se ha ganado sin buscarlo el desquite mediático europeo en los últimos meses, desde la publicación de su libro, titulado en su edición italiana «Allora chiuditi la camicetta. Un grido contro la follia dell’uguaglianza» (Entonces abróchate la blusa. Un grito contra la locura de la igualdad). Birgit (www.birgit-kelle.de) trabaja desde hace años como publicista en periódicos y revistas como Welt, Focus y Junge Freiheit, pero su presencia en debates públicos sobre temas relacionados con el papel de la mujer, la familia y la educación literalmente se ha duplicado.
El motivo del polémico título del libro
-Señora Kelle, ¿qué quería decir eligiendo el título de su último libro?
-El año pasado, en Alemania, hubo en los medios de comunicación un debate muy duro sobre qué es sexismo y qué no lo es. Vivimos en una sociedad “hipersexualizada”, en la cual son precisamente las mujeres las que se presentan voluntariamente en actitudes sexys y disponibles. Pensé en el título de mi libro cuando leí que la actriz estadounidense Megan Fox, definida normalmente como sexy, en una entrevista declaró que quería abandonar este estereotipo y que quería ser considerada una actriz. Pero algunas semanas después vi, sin embargo, una foto suya en la portada de una revista glamour estadounidense vestida sólo con ropa interior y me dije a mí misma: “Entonces, ponte la blusa si quieres que te miren a los ojos”. Lo que quiero decir con esto, es que es la misma mujer la que debe reflexionar y darse cuenta si resalta la propia inteligencia o la propia apariencia.
-¿Por qué se enfada a propósito del debate sobre el modelo de mujer ama de casa?
-Me enfado porque como amas de casa debemos justificarnos continuamente y explicar por qué elegimos esta vida. Nos definen como no emancipadas, como “gallinas en la cocina”. Y sin embargo criamos a nuestros hijos los cuales, con sus trabajos, pagarán las pensiones de otros, mientras nosotras no recibimos ninguna pensión. Así no se puede continuar. Para la mujer deben existir distintas oportunidades que sean buenas y justas. Pero el sistema económico, la política, los medios de comunicación y sobre todo las feministas nos explican continuamente cómo debemos cambiar nuestra vida. Todos quieren liberarnos, pero yo no quiero ser liberada. A mí me gusta mi vida. Y nadie hace política para un modelo de vida como nosotras queremos.
Lo que se esconde tras las políticas «de familia»
-¿Cuál es la relación entre la política actual [se comprende que del anterior gobierno de Merkel, ndr] para los jardines de infancia y la libertad de las mujeres, es decir, de las madres?
-La política para los jardines de infancia ha sido vendida como apoyo a la “libertad de elección”, como libertad para la mujer para poder ejercer una profesión, como libertad de poder aparcar a nuestros hijos. En realidad se trata de una política decididamente unilateral que no tiene en cuenta la libertad de poder educar y acompañar el crecimiento de los propios hijos. Por tanto, se trata de una gran mentira, porque en realidad a menudo las mujeres no tienen una posibilidad real de elección: de hecho, una familia que no puede vivir con un solo sueldo y recibe un subsidio para el jardín de infancia y no un apoyo económico genérico no tiene, efectivamente, ninguna libertad de elección.
-A propósito del tema de la mujer en carrera o la mujer ama de casa, parece que existe una coalición entre la ideología socialista y la capitalista: ¿Cuál es su opinión al respecto?
-También yo encuentro sorprendente cómo se pueden realizar extrañas alianzas y cómo la historia se repite. Es útil preguntarse: ¿Por qué elegir una política familiar que impulse a las mujeres a tener el menor tiempo posible para vivir con sus hijos y estén lo antes posible a disposición del mercado de trabajo? Esto lleva a la explotación: explotación de las familias, de las mujeres y, sobre todo, de los niños. En cambio, el sistema económico consigue un beneficio. Por tanto, vuelven a tener un elevado contenido político las preguntas sobre quién debe educar a los hijos y según qué criterios.
-Usted ha nacido en Rumanía y ha conocido el realismo socialista. ¿Cuáles son las diferencias sustanciales entre ese régimen y el democrático de su actual país, Alemania? ¿Y qué considera que hay en común?
-La diferencia sustancial la da la libertad de opinión. En nuestros países democráticos tenemos la posibilidad de decir lo que pensamos. Podemos comprometernos políticamente y podemos criticar al gobierno sin que nuestra vida corra ningún riesgo. Por tanto, esta libertad hay también que defenderla. Posiblemente en las naciones democráticas las personas corren el riesgo de sentirse saciadas de libertad. Poseen derechos que ni siguiera utilizan. No se comprometen políticamente y renuncian incluso a ir a votar. A menudo se reconoce el valor de la libertad sólo cuando se ha perdido.
-Usted es católica. ¿Cuánto de su posición respecto a la familia y a la educación depende de esta pertenencia?
-Estas convicciones las tenía antes de convertirme al catolicismo. Me he convertido hace dos años, pero hace por lo menos diez años que escribo contra una política de la familia que no comparto. En mi actual fe me siento confirmada como mujer y como madre. La Iglesia es la última institución que me acoge así, tal como soy, que no intenta constantemente cambiar mi ser mujer y no me obliga a aventurarme por recorridos vitales que no quiero recorrer.
Traducción de Helena Faccia Serrano para ReL, del original en italiano de semanario Tempi