Estrés, inseguridades, el ejemplo de los padres… Son varios y muy diversos los motivos que pueden llevar a un niño a comer por ansiedad; aquí te contamos cómo debes actuar para evitar trastornos alimenticios como la obesidad infantil.
Primero de todo, debemos averiguar cuál es la razón por la que come tanto. Si de aquí a un tiempo, dice todo el rato la frase «tengo hambre«, puede significar simplemente una racha de crecimiento. Los niños pequeños, sobre todo de un año hasta los 6, crecen mucho y lo hacen por temporadas, si notas que tu hijo demanda comida todo el tiempo y no ha habido ningún cambio importante en su vida, lo más seguro es que se trate de una racha de crecimiento. Tan solo recuerda que debes darle siempre alimentos saludables, los caprichos solo muy de vez en cuando, de esta forma crecerá sano y fuerte.
Ahora bien, si tu hijo come de más, con ansiedad con la comida y parece no llenar su estómago nunca, entonces se trata de un trastorno alimenticio.
La separación de los padres, problemas en el colegio o con los amigos, estrés derivado de los estudios o las actividades extra escolares… Cada niño es un mundo, es decir, deberás hablar con tu hijo y observar su comportamiento para saber de dónde viene ese malestar que él canaliza en la alimentación.
Una vez lo hayas averiguado, deberás poner en marcha un plan para tratar de frenar y solucionar el malestar y por lo tanto, el interés desmedido de tu hijo por la comida.
Los mismos adultos, en muchas ocasiones, canalizamos el estrés del día a día en la comida, un bollo, unas patatas fritas… El primer paso para evitar que tu hijo siga comiendo así, es predicar con el ejemplo, no quiere decir que en casa no podáis tomar dulces o pre cocinados, pero sí reducir su consumo al mínimo.
Para evitar que tu niño llegue a la comida principal con mucha hambre, ofrécele entre horas un picoteo saludable tipo fruta, yogur natural o un puñado de frutos secos. Una vez se siente a la mesa, si el menú consta de dos platos, sirve el segundo cuando ya haya acabado el primero, (ya sabes que la comida entra por los ojos), recuérdale que debe comer tranquilo, sin prisas y masticar lo necesario.
Deja que el niño participe en la preparación de las comidas, pregunta siempre que sea posible qué quiere comer dándole algunas opciones, «¿te gustan más las judías o el brócoli?» Es una forma idónea de entender que comemos para alimentarnos, no para saciar la ansiedad.
Verás que hay días en los que tu hijo quiere hablar sobre lo que le preocupa y otros en los que necesitará que le des su espacio. No le fuerces, todo lleva su tiempo, evitar la ansiedad infantil hacia ciertos tipos de alimentos no es cosa de un día.
No dudes en consultar con el pediatra si ves que es necesario.
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