Alergias en niños: Las más frecuentes y cómo tratarlas

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La alergia se puede definir como una reacción inmune o una respuesta exagerada del organismo al entrar en contacto con determinadas sustancias ambientales (alérgenos). La medida preventiva más eficaz consiste, precisamente, en evitar el contacto con la sustancia que desencadena la reacción del organismo y sus síntomas. La alergia no es hereditaria en sí, siendo la predisposición a padecerla lo que realmente se hereda.

Alergia al polen
La alergia al polen o alergia primaveral es una de las más comunes, no solo entre los adultos, también entre los niños. Así, según datos médicos, se estima que afecta a un 20% de la población infantil. Aunque no se trata de una enfermedad especialmente grave, sí puede ser muy molesta en épocas de polinización. La alergia al polen se puede definir como una alergia respiratoria provocada por la inhalación de pólenes de diferentes plantas, siendo las gramíneas las más frecuentes. Sus síntomas más comunes son picor nasal y conjuntivitis, lacrimeo, estornudos, mucosidad, tos, congestión nasal, espasmo bronquial y disnea.

En la intensidad de los síntomas, tal y como subrayan los expertos, influye de manera notable el clima. Así, los inviernos lluviosos suelen preceder a primaveras con floraciones intensas, lo que aumenta la cantidad de alérgenos presentes en el medio ambiente.

En este caso, el tratamiento médico incluye la prescripción de medicamentos antihistamínicos, broncodilatadores y, en el caso de la alergia al polen, también se puede recurrir a la vacuna. Lógicamente, lo mejor es evitar el contacto con la sustancia que provoca la alergia, evitando, por ejemplo, las actividades al aire libre durante los días de mayor concentración de polen.

Alergia a alimentos
Los niños también pueden ser alérgicos a determinados alimentos, desde el gluten (siendo este caso la dieta sin gluten el único tratamiento posible), al huevo, al pescado o a la leche de vaca. No debe confundirse la alergia a la leche con la intolerancia a la lactosa (de hecho, la alergia a la lactosa no existe). Si el niño tiene alergia a la leche, lo más aconsejable es que tome leche hidrolizada, tratando de que sea siempre de la misma marca, porque de hecho no todas están completamente hidrolizadas y al cambiar podría no sentarle bien. De igual manera debe evitarse el consumo de otros lácteos o de alimentos que lleven leche de vaca.

Otros alérgenos
Los ácaros, tan pequeños que se pueden esconder en cualquier parte, son otro de los alérgenos más comunes y causantes de las alergias (en este caso, de la alergia al polvo doméstico). Sus síntomas más comunes son tos, estornudos, picor (rinitis), secreción nasal, picor de ojos y lagrimeo, pudiendo también causar episodios de asma bronquial. Entre las medidas preventivas se incluye el usar ropa de cama a prueba de alérgenos y lavarla más a menudo, así como mantener bajo el nivel de humedad de la casa. Algunos niños también desarrollan alergia al pelo de los animales, especialmente de los gatos.

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