[multipage]
¿Cómo educar a los hijos sin perder la sonrisa? Es indudable que ser padres es una gran responsabilidad, que además exige esfuerzo, paciencia, respeto y sentido común. Sin embargo, las preocupaciones, el ritmo acelerado de vida o las dudas que nos surgen como padres ante determinadas situaciones pueden hacer que todas nuestras buenas intenciones se vayan al traste. Mantener el buen humor y tratar de no ver solo las desventajas de las situaciones -si es necesario, tómate unos segundos y respira- son claves si quieres educar a tus hijos siguiendo una filosofía más positiva para potenciar sus habilidades y capacidades. Te proponemos tomar nota de estas 5 reglas básicas que te ayudarán a no perder la sonrisa a la hora de asumir la crianza y educación de tus hijos. [/multipage]
[multipage]
1. Diálogar con tus hijos
Es una de las premisas fundamentales, el fomentar el diálogo y la comunicación con nuestros hijos. Las opiniones de los niños deben ser escuchadas, porque de esta manera favorecemos su libertad de expresión y autonomía. [/multipage]
[multipage]
2. Ser firmes, no estrictos
Hay una gran diferencia entre ambos conceptos. Si somos estrictos los niños harán determinadas cosas solo porque les hemos obligado. Ser firmes implica mantener una decisión, la cual previamente debemos haber expuesto a nuestro hijo/a. [/multipage]
[multipage]
3. Comprender su comportamiento
Juzgar o reprochar es algo que hay que evitar. Ante un determinado comportamiento conviene mostrarse dialogante para entender qué es lo que le ha llevado a actuar de esa manera y, a partir de ahí, hacerle entender por qué debe cambiar de actitud. [/multipage]
[multipage]
4. Empatizar
¿Te has puesto alguna vez en el lugar de tu hijo?, ¿cómo te sentías a su edad ante una situación parecida? Ser capaz de ponernos en su lugar, y de empatizar con sus sentimientos, nos da una visión mucho más amplia y enriquecedora para valorar cómo ayudar a nuestro hijo en determinadas situaciones. [/multipage]
[multipage]
5. Ser un buen ejemplo
Los niños imitan las conductas y comportamientos de los adultos, desde los gestos más sencillos. Así, por ejemplo, si queremos que nuestros hijos se apasionen por la lectura, lo mejor es que nos vean leer o compartir momentos de lectura con ellos. Un ejemplo que nos permite entender cómo debemos actuar en casa, y sobre todo delante de los niños, para aprender valores como la educación, el respeto, convivencia, tolerancia… Si nuestra manera de actuar en afectiva y positiva, tendremos mucho terreno ganado. [/multipage]