Hay ocasiones, como saben muchos padres, en los que es mejor contar hasta 10, e incluso hasta cien, antes de decir algo de lo que luego nos podamos arrepentir. Ser padre no es una tarea sencilla, y es evidente que en ciertos momentos se pueden llegar a perder los nervios y soltar algunas frases que es mejor desterrar. He aquí 5 ejemplos de frases que es mejor no decir a los niños si queremos que crezcan más seguros.
- Estoy harta/o de ti: La exasperación y el enfado, sobre todo cuando el niño está en un edad en la que empieza a protestar o se niega a escuchar lo que no le gusta, pueden llegar a soltar una frase que, al recuperar la calma, nos damos cuenta de que ha sido de todo menos afortunada. Aunque es una frase producto de los nervios y el enfado del momento, es posible que el niño confunda su significado y no la ciña al momento de la discusión. Puede dar lugar a que se sientan inseguros o tengan sentimiento de culpabilidad.
- Siempre tienes razón: No es bueno para su educación y desarrollo darle siempre la razón, y mucho menos cuando no la tienen. Si se ha peleado con algún compañero o ha tenido una mala calificación, no se puede responsabilizar a los compañeros o al profesor. El exceso de veneración hacia los hijos puede hacernos confundir los problemas y, por tanto, las soluciones. Si sus notas son malas, quizá sea que no estudia lo suficiente o que necesita ayuda extra. Y si pega con otros compañeros, hay que descubrir la raíz del problema hablando con el niño, antes de que se convierta en un adolescente irresponsable.
- No tengas miedo: El miedo es natural y también hay que saber convivir con él y entenderlo. Así, aunque con esta frase queremos infundir ánimo, en el caso de los más pequeños puede que no comprendan su significado y esto les haga confundir los riesgos o implicaciones en otras situaciones. El miedo, al igual que la tristeza o a alegría, son emociones que no hay motivo para ocultar.
- Mira tu hermano/a como sí lo hace bien: Las comparaciones son odiosas, y a más a edades tan tempranas que, además, puede hacer que afloren sentimientos como inseguridad o complejo de inferioridad. Las comparaciones entre hermanos puede hacer que uno se sienta menos querido o protegido y que los celos sean un problema. Cada niño tiene sus capacidades y habilidades, una personalidad única que vale tanto como cualquier otra.
- Eres es el más guapo y el más bueno: La exageración no es buena si se convierte en habitual. Los halagos continuos pueden resultar perjudiciales para su educación y crecimiento, especialmente en el momento en que los padres tengan que decirlo no a algo. De hecho, podría dar lugar a una personalidad excesivamente arrogante.
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