Después de su lamentable actuación en el palco y su posterior beso no consentido a Jenni Hermoso en la final del Mundial, Luis Rubiales ha acabado dimitiendo
Su ya célebre “¡No voy a dimitir!”, repetido hasta en cinco ocasiones por el ya expresidente de la Federación Española de Fútbol, hoy se convierte en anecdótico o, incluso, paradójico.
La renuncia del Sr. Rubiales no debería haberse producido en la noche de ayer; ni siquiera el día que convocó la famosa junta con miembros de la Federación y un amplio número de periodistas para lanzar un órdago y anunciar que se quedaba; esta dimisión debería haber sido instantánea tras corroborar una actitud impresentable en un cargo como el suyo.
En el ámbito del periodismo deportivo, en un verano sin muchos fichajes y sin ninguna competición trascendental como Mundial o Eurocopa, en la sección masculina, las grandes portadas de los principales diarios deportivos las ha ocupado Luis Rubiales.
El escándalo generado tras el beso, las disculpas forzadas y poco creíbles del expresidente, las primeras reacciones de las jugadoras, la politización del caso, la no dimisión de Rubiales, la famosa carta de los futbolistas de la selección masculina, la denuncia de Jenni Hermoso y, finalmente, esta dimisión de Rubiales ha protagonizado el gran culebrón del verano que, por fin, ha llegado a su fin.
El hecho de que Rubiales haya dimitido, para muchos, puede resultar algo sin gran relevancia, pero, a decir verdad, esto supone un paso de gigante en la lucha por la igualdad en todos los ámbitos de la sociedad.
La resolución del TAD calificando de “grave”, en vez de “muy grave”, los incidentes del expresidente hacían prever lo peor: Rubiales podría haber seguido ostentando su cargo tras un periodo de inhabilitación. Sin embargo, esta dimisión supone un golpe encima de la mesa por parte del feminismo, de la igualdad y de unos derechos por los que la mujer lleva peleando muchos, muchos, años como para que ahora ni el Sr. Rubiales ni nadie haga retroceder en el tiempo.
Tras una infinidad de polémicas que han protagonizado su mandato, los negocios con un futbolista en activo como era Gerard Piqué o el hecho de llevarse la Supercopa de España a Arabia, país en el que precisamente los derechos de la mujer brillan por su ausencia. Todos estos hechos deberían haber supuesto el cese de su cargo, pero ya que no lo hicieron, al menos ahora, tras haber protagonizado el mayor de sus escándalos, su cargo como Presidente de la Federación Española ya es, simplemente, un mal recuerdo.
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