El príncipe podría pagar las consecuencias legales de un proyecto fallido de reforestación del desierto de Libia del año 2010
Se avecinan tiempos oscuros para la monarquía belga. El príncipe Laurent ha sido demandado judicialmente por el fondo soberano de Libia LIA (Libian Investment Authority) y acusado de fraude, extorsión y tráfico de influencias por su intento de recuperar los fondos de un proyecto de reforestación en el desierto de Libia que nunca se llevó a término.
El fondo soberano de Libia ha emitido sus acusaciones por medio de su abogado Christophe Marchand: «Alegamos que el Príncipe Laurent usó una influencia indebida para tratar de presionar a nuestro cliente para que le pagara una gran suma de dinero por una disputa que creemos que no tiene nada que ver con nuestro cliente».
La principal prueba que acredita los delitos antes mencionados la constituye una carta del ministro de Exteriores libios a su homóloga belga en la que se dice que el embajador de Libia en Bruselas habría siso llamado al Palacio Real a título personal, donde podría haber tenido lugar el chantaje. ««Hemos analizado cuidadosamente la evidencia de este caso, que debería causar conmoción en la familia real belga y podría generar dudas a nivel internacional sobre la independencia del sistema judicial belga«, han asegurado. Desde la acusación, apostillan que el tiempo transcurrido desde la quiebra de la relación podría haber servido al miembro de la familia real belga para urdir un plan premeditado con el que hacerse con el dinero.
El propio Laurent, con cierto aire de superioridad, ha optado por quitarle hierro al asunto: «Es muy simple: Libia tiene que devolverle a mi fundación 50 millones de euros y no quieren. Se ha demostrado que Libia se equivocó nueve veces seguidas en este archivo, por lo que ahora me atacan personalmente de una manera ridícula», ha lamentado.
El origen de la polémica
El origen de la contienda legal se remonta al año 2010, cuando la diplomacia libia y la fundación Global Sustainable Development Trust, liderada por Laurent, pusieron sobre la mesa un proyecto para devolver la vida vegetal al desierto del país norafricano. Sin embargo, el enfriamiento de la relación entre ambas partes llevó a que ese mismo año los africanos se retiraran del acuerdo y rechazaran en adelante la colaboración con Bélgica.
En el momento de la ruptura del pacto, la organización de Laurent ya había destinado a la reforestación una cifra aproximada de 50 millones de dólares. Dado que el proyecto no pudo ponerse en marcha, la justicia belga consideró que el príncipe tenía derecho a un reembolso, pero desde Bruselas nunca se tomó ninguna determinación al respecto.
