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La Reina Letizia ha hecho sonreír a Masako, conocida como la princesa triste. Los Reyes iniciaron un viaje de Estado por Japón y fueron recibidos con todos los honores por los emperadores Akihito y Michiko junto con los herederos, Naruhito y Masako. Lo más curioso es que como establece el protocolo, han sido los emperadores quienes les han esperado en la puerta, la emperatriz un discreto paso por detrás de su marido, pero Letizia no quiso reverencias.
Los reyes de España, Felipe y Letizia, se encuentran estos días de viaje oficial en Japón, uno de los pocos que la pareja ha realizado en común desde que hace tres años subieron al trono. En un viaje en el que no faltan las anécdotas, aunque en esta ocasión no hubo duelo de estilos como ocurrió con Juliana Awada, primera dama argentina.
Por ejemplo los reyes españoles, tirando de marca, han regalado a los emperadores japoneses aceite de oliva. Por su parte, Akihito y su esposa Michiko entregaron a Felipe VI una vasija de cerámica, y a la reina Letizia un ovillo de seda, un bolso y un joyero. Un arreglo floral encargado por la emperatriz aguardaba también a la Reina a su llegada al hotel Imperial de Tokio donde se hospeda la pareja española. Unos regalos que hicieron sonreír a Masako, la denominada princesa triste. Una tristeza que arrastra por la imposibilidad de concebir un hijo varón, ya que en el trono del crisantemo impera la Ley Sálica que impide reinar a las mujeres. Y es que en Japón tienen una forma de ser y unas costumbres, que deberías de conocer.
La Reina Letizia y Masuko: Amigas en común
Masako esperaba a los reyes en el Palacio Imperial para saludarlos. Pero los españoles han roto el protocolo al saludar a la japonesa. El rey ha intentado sin éxito evitar la reverencia de la que será la futura emperatriz de Japón, pero Letizia la ha abortado de lleno.Y es que las dos forman parte de un secreto círculo de amistad y tienen un nexo muy importante en común: son íntimas amigas de la reina de Holanda, Máxima.
Masako ha vuelto a sorprender asistiendo a la cena de gala ofrecida por el emperador a los monarcas españoles, algo inusual en la princesa, y que demuestra lo cómoda que se siente con la española. Nos alegramos que haya esta gran relación.