Luego de ser Miss España republicana y exiliarse en París por la Guerra Civil, Isa Reyes terminó bailando con Hitler y Mussolini.
La vida de Conchita Balcells de los Reyes, más conocida por su nombre artístico Isa Reyes, es ideal para una novela, para una película o para una serie de mil capítulos. Nacida en Barcelona y criada en Madrid, el estallido de la guerra civil española le cambió todos los planes: en el verano de 1936, debió huir a París junto con su madre y su hermana pequeña. Allí empezaría a vivir episodios insólitos que forman hoy parte de un libro editado para la Editorial Renacimiento.
Isa Reyes llegó a Francia después de quedar horrorizada al ver los cadáveres de dos republicanos. Sin embargo, en el país vecino, pronto cambiaría ese horror por el país del glamour: entró en el mundo del teatro, del cine francés, del baile, del flamenco y del modelaje. Empezó a tener también relaciones con los diseñadores de alta costura. Y en 1938, en un evento organizado por el periódico parisino Le Monde, se convirtió en Miss España, un título que le abriría las puertas para llegar a Adolf Hitler y Benito Mussolini.
Una artista española republicana entre nazis y fascistas
Entre todas sus cualidad artísticas, Isa Reyes se fue destacando principalmente en el baile, al ritmo de las castañuelas y la guitarra. Acompañada por su prima Alma, empezó a realizar giras por Europa y, por esas cuestiones difíciles de explicar, terminó en el Gran Casino de Venecia, bailando para Mussolini, toda una experiencia rara para ella por el poder del protagonista y por su ideología.
La apuesta se redoblaría en 1939, cuando fue contratada para un importante evento que se llevaría a cabo en el Teatro Wintergarten de Berlín. ¿De qué se trataba la cena de gala a la que fue invitada? Era ni más ni menos que el cumpleaños de Hitler, quien llegaba al medio siglo de vida. Allí, la modelo que se reinventaba actuó delante de los oficiales de las SS y la Gestapo.
Con la segunda guerra mundial asesinando a gran parte de Europa, Isa Reyes, con su cuerpo privilegiado, logró escapar rumbo a América para comenzar a vivir nuevas aventuras. Su primer destino fue La Habana, en Cuba, donde se reencontró con su padre luego de varios años. Su periplo siguió por México y terminó en California, donde falleció en 1991, a los 70 años. Allí, en Estados Unidos, crió a tres hijos.