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Lauren Bacall, la mirada de Hollywood, apodo impuesto por sus impresionantes ojos, ha fallecido a los 89 años de edad en su casa de Nueva York. Actriz de primer nivel, se casó con Humprey Bogart, y aunque solo estuvieron 12 años, nunca pudo quitarse el san Benito de “Mujer de”. Fue nominada al Oscar por «El Amor tiene dos caras» y aunque nunca lo ganó, si fue reconocida con el honorífico en 2009. Cuando lo recogió exclamó: «Por fin, ¡un hombre!».
Cuando Hollywood aún sigue sumido en el luto por la muerte de Robin Williams, que al parecer se trato de un suicidio, hoy ha conocido también la desaparición de Lauren Bacall. Una de las divas de la época de oro del cine norteamericano que nos deja a los 89 años de edad.
Estuvo casada con Humprey Bogart durante doce años, con el que tuvo dos hijos, y aunque solo fueron doce, la sombra de viuda le persiguió durante toda su vida. Fue el propio twitter del legado del actor quien anunció la noticia: «Con profundo dolor por la magnitud de nuestra pérdida, y con una inmensa gratitud por su increíble vida, confirmamos la muerte de Lauren Bacall».
Según fuentes cercanas a la familia, su muerte se ha debido a un derrame cerebral. Aunque su época gloriosa fue otra, la actriz ha estado en activo hasta hace dos años participando en pequeños papeles o prestando su voz para películas de animación.
Bacall era la superviviente de una generación a la que llegó muy joven, con 19 años, para rodar ‘To Have and Have Not’ en 1944 y atarse ya a Bogart) y que la perspectiva de la historia ha acordado llamar Hollywood dorado. Apenas quedan compañeros que la conocieran de verdad. Fue gran amiga, y aunque tuviera sus rencillas de Marylin Monroe, que recientemente se cumplieron 50 años de su muerte.
El gafe del Oscar
Tras la muerte de Bogart, pasó a un segundo plano, y siempre fue eclipsada por la figura del protagonista de Casablanca. La actriz siempre será recordad como la Mirada de Hollywood, por la tremenda profundidad que tenían sus ojos. Al ver que en Hollywood no tenía suerte se pasó a Broadway, a los musicales. Su elegancia resultó todavía más evidente, su energía sorprendente y su voz al cantar reproducía la sensualidad ronca que siempre tuvo.
Parecía tener una desgracia con los premios, sobre todo con el más grande con el Oscar. En 1997, con El Amor tiene Dos Caras fue nominada, pero tampoco llegó. Y cuando parecía que se moriría sin un, llegó en 2009 el honorífico. Cuando lo ganó solo dijo. «Por fin, ¡un hombre!».
«¿Qué significa eso de mi edad? ¿Qué edad? Trabajar no es cuestión de edad. Seguir trabajando significa seguir con vida», le contestó a un periodista que le preguntó cuando dejaría los escenarios.
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