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Boda en Mónaco: los mejores momentos. El esperado enlace entre los príncipes Alberto y Charlene ha derrochado glamour y elegancia y, como todas las bodas, ha dejado imágenes y momentos para el recuerdo. Alberto y Charlene ya son marido y mujer. Los monegascos son poco dados a expresar sus sentimientos, pero sí hubo quien se saltó el protocolo, como Estefanía de Mónaco que no pudo evitar derramar unas lágrimas en la boda civil. La novia, radiante con un vestido de Armani y cola de 20 metros, se emocionó cuando depositó su ramo de flores ante Santa Devota.
El pequeño Principado de Mónaco ha escrito una glamurosa página en su particular libro de historia. La boda religiosa de Alberto y Charlene, un acto que se celebró tras una sencilla y corta ceremonia civil el día anterior, ha vuelto todas las miradas hacia Mónaco. No en vano, el enlace fue retransmitido por más de 170 cadenas de televisión de todo el mundo. Y, cómo no, por su alfombra roja desfilaron no solo familias reales, sino la ‘flor y nata’ del mundo empresarial, de la moda y del deporte, entre otros. Hacía 55 años que Mónaco no celebraba una boda principesca, desde 1956, cuando contrajeron matrimonio Rainiero de Mónaco y la entonces famosa actriz de Hollywood Grace Kelly.
Los novios, algo nerviosos durante la ceremonia, supieron contener la emoción, quizás Alberto, por eso del carácter frío de los monegascos, lo llevara mejor. La novia, espectacular con un vestido blanco de enorme cola (20 metros diseñado por Armani, no pudo contener la emoción cuando fue a depositar, como manda la tradición, su ramo de flores a Santa Devota, patrona de Mónaco. A la salida del Palacio, también se la vio con el pañuelo. Por cierto, el ramo también es un diseño de Armani, de orquídeas y rosas, y el vestido estaba adornado con perlas y cristales Swarosky.
A su salida, y tras un broche espectacular de la ceremonia con la interpretación del Ave María por parte de Andrea Bocelli, los príncipes fueron recibidos con un baño de pétalos blancos y aplausos de los más de 3.500 invitados que se encontraban siguiendo la ceremonia desde la plaza del Palacio. Aquí no hubo carruaje, porque los príncipes hicieron el recorrido nupcial en un descapotable, marca Lexu LS600H, de color azul.
Sin duda, uno de los momentos estelares fue la entrada al Palacio de las hermanas del novio, Carolina y Estefanía de Mónaco, acompañadas de sus hijos. La familia Grimaldi derrochó elegancia. Junto a Estefanía pudimos ver a Louis, Paulina y Camille; y junto a Carolina, a Pierre, Andrea y Carolina Casiraghi, y a la pequeña Alejandra Hanover, encargada de entregar las alianzas a los novios.
Tampoco defraudó la llegada de las familias reales, y entre las princesas y reinas, Máxima de Holanda, con un diseño de color mostaza y con pamela. Victoria de Suecia, correcta y elegante, al igual que Marie de Dinamarca o la princesa Matilde de Bélgica, de azul. Entre las ausencias destacadas, la Familia Real española y los príncipes Guillermo y Catalina, de gira por Canadá.
Entre las divas y famosas acostumbradas a desfilar por la alfombra, Naomi Campbell, criticada por llevar vestido largo, pero sin duda una de las más elegantes. El broche del enlace fue una cena de gala y un espectáculo de fuegos artificiales.