Hablamos con la creadora de la exitosa obra ‘Cadáver exquisito’, que ahora saca al mercado su nueva novela ‘Las indignas’
En ocasiones, a muchos artistas, les ocurren que el éxito de un trabajo puede marcar el devenir del resto que realicen, y se sienten presionados ante el éxito que acumulado ese proyecto. Pero este asunto en concreto no parece que sea el caso de Agustina Bazterrica. La escritora argentina acumuló un éxito tremendo con su obra ‘cadáver exquisito’, pero sigue generando contenido de mucha calidad como el que está presentando ahora. Tiene una nueva novela en el mercado titulada Las indignas, hablamos de este libro en Ella-hoy.
-Cadáver exquisito, consiguió tal éxito que a veces es incluso convivir con el de cara a futuras obras.
-Desde 2018 vengo contestando la pregunta de cómo se me ocurrió ‘Cadáver exquisito’. Yo lo tomo como un privilegio, cuántos escritor o escritora pueden viajar a Bulgaria, Guadalajara, Madrid, Sevilla y tantos otros sitios para hablar de sus libros, por eso lo tomo como un regalo.
-Bueno, hablamos un poco de Las Indignas, si te parece.
-Bueno, surgió en un viaje a la feria de Cusco en 2018. Yo estudié historia del arte por tanto me interesa mucho visitar museos y monasterios, y hay un monasterio, el de Santa Catalina, que tiene un patrimonio cusqueño muy importante y fui. El monasterio era muy siniestro, yo era la única turista. Salí de ahí y desde ese momento supe que tenía que escribir sobre monjas, pero siempre tendía caer en el lugar común y pasaron varios años hasta que di con la idea perfecta. Estas no son monjas católicas digamos, está todo el tiempo bordeando el catolicismo pero es una nueva religión. También influyó mi infancia en un colegio de monjas alemana, que si leen el libro ya verán que no la pasé muy bien.
Hablamos con Agustina Bazterrica de ‘Las indignas’
-Bueno, en un momento determinado de tu vida tú quisiste ser monja.
-(Risas). Yo creo que estaba tan metida que en un momento determinado le dije a una monja que quería serlo y ella muy rápidamente me dijo que no (risas).
-Por qué en la secta que aparece en el libro, hay de todo menos cordura.
-Es un poco una de las características de los grupos coercitivos. Porque yo me preguntaba cómo había personas cultas que eran atrapadas por estos grupos. Hay muchas técnicas para atrapar a estas personas y una de ellas es generar el miedo y otro es generar en el grupo la sensación de privilegio.
-Es un libro donde la violencia está muy implícita. Sobre todo cortar la respiración.
-En realidad, no lo hago adrede (risas), o sí, no sé, me surge. La historia me lleva por un lugar en este caso me llegó por este. Pero también me baso en nuestras realidades y por ejemplo la inquisición generaba estas dictaduras, la dictadura militar en mi país tenía torturas peores a estas, pero a diferencia de cadáver exquisito intenté un registro más poético y algunos lectores me dicen que es horroroso todo lo que pasa, pero la manera de escribirlo le parece bello. No es completa oscuridad como en Cadáver exquisito hay algo de luz.
-Te consideras un poco una escritora rebelde.
-Gracias a la experiencia que tuve la infancia en los colegios, soy la escritora que soy. Durante en mi periodo en el colegio nosotras no podíamos cuestionar nada. Salí de allí y empecé a cuestionar sin parar. Yo me he leído la Biblia entera, la tengo toda anotada, y cuando estudian los inicios de una religión empiezas a ver otras cosas.
-Quizás lo que más te ha llamado la atención dentro del cristianismo, es porque el mensaje de un dios es tan castigador y no un mensaje de amor.
-De hecho, cuando salí del colegio, no creía en Dios y en la religiones, que sigo sin querer en la religiones, respeto a todo el mundo, pero no es mi caso. Pero sí creo hoy, que medito, que ya soy una señora mayor, creo que hay un todo, un Dios o Diosa, que es amor, que es lo que decía el mensaje de Jesús, el mensaje del amor.
-Es curioso que tu regreso un apagón tecnológico en una era donde la inteligencia artificial crece tanto.
-Yo trato de llevar lo que está pasando ahora al extremo total. Este vaso de agua que ahora tenemos aquí, quizás valga muy poco pero el día de mañana puede valer más que una mansión si el mundo cambia y se produce una catástrofe y no tenemos agua. Ya estamos respirando microplásticos. Y el apagón, imagínatelo, si hay un apagón mundial nos volvemos al medievo.
-Quizás la pandemia nos hizo viajar hacia nuestra propia distopía
-Sí, pero imagínate que ya hay mucha gente que vive su propia distopía, que no tiene agua potable para beber, que vive de la basura, que tienen cautiverio y que viven siendo violadas todos los días en burdeles clandestinos, hay niños que están en las minas, el mundo está lleno de microdistopia. Llevo todo eso al extremo en el libro.