A cada edad, sus cuidados específicos, pero con dos premisas claves: la alimentación y el ejercicio físico. A partir de los 50 conviene adaptar la alimentación, especialmente porque nuestro metabolismo tiende a ralentizarse con la edad -con lo que quemará menos calorías- y, en el caso de la mujer, por los cambios hormonales propios de la menopausia y el descenso de estrógenos. En cuanto al ejercicio físico, sus beneficios son indiscutibles a cualquier edad. Vamos a ver, más detenidamente, cuáles son las claves para estar en forma a los 50 cuidando la dieta y haciendo ejercicio.
Dieta
La necesidad calórica se va reduciendo a medida que ganamos años. De igual manera, también se ralentiza el metabolismo, por lo que es aconsejable apostar por alimentos bajos en grasas y no excederse con los hidratos de carbono. Hay que vigilar especialmente la hidratación, aumentando la ingesta de agua y líquidos en general.
Ejercicio físico
Llevar una vida activa es fundamental. En otras palabras, evitar el sedentarismo que no solo nos hace proclives a ganar peso, sino vulnerales a padecer patologías como diabetes, colesterol o hipertensión. En cuanto al tipo de actividad física a realizar, siguiendo las recomendaciones de los expertos hay que realizar ejercicios de bajo impacto para evitar daños en las articulaciones, moderado en cuanto a la intensidad del esfuerzo y que trabaje aspectos musculares y cardiovasculares. Lógicamente, conviene adaptar la intensidad y la duración a la condición física de cada uno e ir aumentando de manera gradual.
Entre los ejercicios más recomendados se incluye la natación, que mejora la flexibilidad, fortalece los músculos, mejora la condición cardiovascular, previene los dolores de espalda y mitiga las molestias asociadas a otros trastornos de la salud. Es un deporte especialmente recomendado si tenemos que seguir terapias de rehabilitación, por ejemplo, tras una operación de rodilla o cadera. La natación reporta beneficios físico y psicológicos, siendo recomendable practicarla entre 2 y 3 veces a la semana. Está constatado que hacer ejercicio mejora el humor, favorece el sueño, reduce el estrés y la ansiedad y mejora la percepción positiva de la vida.
También es recomienda caminar, el ejercicio más sencillo y fácil de practicar. Lo recomendable es salir a caminar, a un ritmo continuo, durante una hora al día. Y para evitar perder flexibilidad, es aconsejable la práctica de yoga o pilates, cuyos ejercicios se centran en mejorar la elasticidad, flexibilidad y agilidad.
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