Pasan las semanas y los resultados apenas se notan. Te apuntaste al gimnasio decidida a bajar unos kilitos de más y tonificar tu cuerpo, pero la báscula marca el mismo peso y tus rollitos de grasa abdominal continúan en tu abdomen. ‘¿Qué estoy haciendo mal?‘, te preguntas una y otra vez. Efectivamente algo no está funcionando, por lo que es hora de autorevisar tus rutinas de ejercicios para que averigües las razones por las que no adelgazas yendo al gimnasio. ¡Atenta!
No te has comprometido lo suficiente
Sé honesta, si sólo vas dos días en semana al gimnasio difícilmente podrás perder peso, sobre todo si tu metabolismo es un poco lento y le cuesta adelgazar. Está claro que dos días de ejercicio físico son mejor que nada, pero si tu objetivo es esculpir tu figura, necesitas más.
Además, también es importante ser totalmente sincera sobre todo lo que das de ti misma en el gimnasio. Si por cada hora que vas te pasas 30 minutos hablando con tus compañeros, no te esfuerzas en hacer los burpees y cada vez que te toca un ejercicio difícil lo haces en ‘modo light’, por mucho que vayas al gimnasio no te servirá de mucho, al menos a corto y medio plazo.
Así que encuentra el equilibrio, esfuérzate al máximo el tiempo que vayas (incluso si sólo vas 45 minutos) y comprométete con tus objetivos. De esta manera lograrás los resultados que buscas.
No haces suficiente cardio
Los ejercicios aeróbicos son esenciales para quemar grasa, por lo que un entrenamiento en el gimnasio enfocado en adelgazar necesita por lo menos hacer hacer al menos 30-45 minutos de cardio entre tres y cuatro veces por semana. Lo ideal es que te apuntes a las actividades de tu gimnasio que impliquen ejercicios de alta intensidad o entrenamiento HIIT, donde derritas todas las grasas no deseadas, como crossfit, entrenamiento funcional o HIIT en el agua.
Entrenamientos de peso demasiado ligeros
Aunque el cardio es la base para perder peso, los entrenamientos de fuerza son esenciales para que el gimnasio tenga el efecto que deseas. De hecho, los entrenamientos de fuerza o peso pueden ayudar a reducir la masa corporal considerablemente (un 3% en 10 semanas) e incluso ayudan a quemar grasas posteriormente al entrenamiento (unas 100 calorías en las siguientes 24 horas).
Lo ideal es que hagas al menos dos veces por semana entrenamientos de fuerza y, por supuesto, lo combines con tus rutinas de cardio. Y, por supuesto, que los hagas con el peso adecuado para ti pero que a la vez te haga esforzarte.
Comer demasiado después del entrenamiento
Que vayas al gimnasio no significa que necesites comer más, a no ser que de verdad tu gasto calórico te permita aumentar el consumo de calorías en tu alimentación. Pero si cada vez que llegas a casa el gimnasio te atiborras a chocolate, patatas fritas y pan porque ‘tienes hambre’, incluso puedes llegar a engordar en vez de adelgazar.
Antes de ponerte a comer de forma impulsiva tras tus sesiones de entrenamiento, para y piensa si de verdad tienes tanta hambre como tu cerebro te quiere hacer pensar. Una vez que te hayas calmado, deja el picoteo insalubre a un lado y opta mejor por tentempiés saludables que te ayuden a no engordar.
Una última cosa, si eres de las que va al gimnasio un mes y lo deja otro mes, debes saber que estás desequilibrando por completo tu cuerpo. Y si tienes dudas sobre esto, mira lo que le ocurre a tu cuerpo cuando dejas de entrenar.