Ortorexia y vigorexia: Obsesión por un cuerpo diez. Son dos diagnósticos cada vez más comunes en el capítulo médico de los trastornos de alimentación. La ortorexia lleva a los que la padecen a obsesionarse con la dieta, excluyendo todo alimento que contenga grasas o no sea ecológico, derivando en muchas ocasiones en anorexia nerviosa. La vigorexia, por su parte, es el comportamiento compulsivo por ingerir una dieta rica en proteínas y curtirse, entre tres y cuatro horas, cada día en el gimnasio para desarrollar masa muscular.
Hasta ahora, la anorexia y la bulimia eran consideradas como los dos trastornos de alimentación más comunes. Sin embargo, la obsesión por mantener un peso ideal y, sobre todo, por los alimentos y calorías que ingerimos, puede llegar a convertirse en un trastorno y en un serio problema para nuestra salud. Llevar una dieta sana y equilibrada es la premisa básica para prevenir enfermedades y evitar problemas de sobrepeso, entre otros, pero todo en su justa medida, porque la obsesión llevada al límite puede derivar en trastornos de la alimentación. Es el caso de la ortorexia y la vigorexia, dos términos de reciente creación pero que se han convertido en habituales en las consultas de los médicos y nutricionistas.
Una obsesión cuya señal más evidente es el excesivo control por la comida, tanto que algunos pacientes llegan incluso a evitar comer fuera de casa o en restaurantes porque son incapaces de controlar los ingredientes del menú que van a tomar. De hecho, como han señalado los expertos en las últimas jornadas científicas llevadas a cabo por el Instituto Tomás Pascual y la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios (FITA), un problema de este tipo lleva a los que lo sufren a optar por no comer un alimento del que desconocen sus ingredientes nutricionales, lo que puede derivar a su vez en problemas de infrapeso o desequilibrio nutricional. Problemas físicos que suelen ir acompañados de baja autoestima, cambios de humor o problemas de aislamiento (angustia mental, depresión).
Las personas que padecen ortorexia no solo excluyen de su dieta los alimentos con grasa o que no sean ecológicos, sino que descartan de su cesta de la compra saludable todo aquello que no controlen o cuyas etiquetas no hayan estudiado previamente. Comer así es peligroso y además te deja sin vitaminas y sin energías. La mayoría de las personas con ortorexia acaban cruzando la raya y su trastorno deriva en anorexia nerviosa.
Por su parte, la vigorexia también está considerada un trastorno alimentario pero al que acompaña además una obsesión extrema por el físico. Las personas con vigorexia se ven débiles, con un cuerpo pequeño, y su obsesión estriba en llevar una dieta y un estricto programa de actividades físicas y ejercicios en el gimnasio para conseguir tener el cuerpo perfecto y una masa escultural, en ocasiones, exagerada. Capaces de dedicarle entre 3 y 4 horas diarias a aumentar su musculatura, sus obsesiones son la báscula, mirarse continuamente al espejo e ingerir una dieta rica en proteínas y, en ocasiones, anabolizantes. Un trastorno que puede derivar tanto en problemas para nuestro organismo como en lesiones.
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