De igual manera que en una dieta no solo cuentan las calorías, a la hora de perder peso no todas las dietas son iguales ni todas resultan saludables. Las prisas por ganar la batalla a la báscula nos pueden hacer caer en una dieta que, aunque nos promete resultados rápidos, también puede poner en riesgo nuestra salud. Dietas como la del ayuno intermitente que puede tener sus efectos inesperados.
¿En qué consiste la dieta del ayuno intermitente? Se trata, en líneas generales, de alternar periodos de ayuno con otros de dieta normal con la idea de favorecer la pérdida de peso. En ella se han basado dietas conocidas como la 5:2 o la dieta 4:3, una variante de la anterior. Una dieta que exige voluntad y esfuerzo, ya que ayunar o alimentarse solo de líquidos no siempre resulta fácil. Además, y esto es lo más importante, el ayuno intermitente puede tener efectos negativos sobre la salud, por lo que en caso de realizarse hay que hacerlo siempre bajo consejo médico. Así, el ayuno intermitente aumenta el riesgo de desequilibrar la dieta y la ingesta adecuada de nutrientes. También puede provocar deshidratación, aumento de la irritabilidad, pérdida de concentración, dificultades para dormir, mareos, fatiga y estreñimiento. El ayuno intermitente puede además hacer que, en lugar de adelgazar, engordemos, ya que el organismo responderá almacenando grasas para los momentos de ayuno, una respuesta natural para defenderse y mantener las reservas de energía. El ayuno intermitente también puede provocar halitosis (mal aliento).
El ayuno reduce las defensas
Otro de los efectos que puede conllevar el ayuno intermitente es la pérdida de defensas, lo que nos hará más vulnerables a las infecciones o ataques de virus y bacterias. El ayuno también puede alterar la flora intestinal, lo que puede conllevar más dificultades para la descomposición y absorción de alimentos.
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