No todas las grasas son iguales. Ni siquiera todas las grasas vegetales lo son. De hecho, las aceites o grasas vegetales que, en ocasiones, aparecen en las etiquetas de determinados alimentos no son en realidad tan saludables para nuestro organismo como pensamos.
Es fundamental leer el etiquetado de los productos, sobre todo si tenemos algún tipo de alergia o intolerancia alimentaria. Así, por ejemplo, cuando hablamos de grasas vegetales, el aceite de coco y de palma se incluyen entre los alimentos que debemos vigilar, por su contenido en grasas saturadas, especialmente perjudiciales para la salud cardiovascular.
Grasas vegetales malas
La grasa saturada, aunque está presente sobre todo en productos de origen animal, tiene algunas excepciones en alimentos de origen vegetal, como el aceite de palma y de coco, los cuales se utilizan sobre todo en productos industriales dulces y salados. Abusar de este tipo de grasas aumenta el colesterol y los triglicéridos en sangre.
Hay otras grasas con las que también hay que tener especial cuidado, son las grasas hidrogenadas, obtenidas de la solidificación del aceite vegetal a partir de un tratamiento de hidrogenación y que, básicamente, consiste en introducir las denominadas moléculas de hidrógeno. Como resultado de este proceso surge una grasa que nuestro organismo no reconoce como buena, sino todo lo contrario. Se viene utilizando para la elaboración industrial de productos como snacks.
Dónde se encuentran
Hay una lista de alimentos que, por su contenido en este tipo de grasas, conviene alejar de nuestra cesta de la compra si queremos que sea lo más saludable posible. Así que, conviene leer bien las etiquetas de productos como las patatas fritas, salsas, productos precocinados, bollería industrial o frutos secos fritos. Es importante que el etiquetado de los alimentos incluya no solo la grasa que contienen, sino el tipo concreto (por ejemplo, si se utiliza aceite de palma o de coco) y la cantidad. Como consejo a la hora de elegir un producto, es mejor optar por aquel que especifica en la etiqueta que utiliza aceite de oliva o de girasol, en lugar de un producto que solo incluya términos poco específicos para el consumidor, como grasa vegetal, grasas hidrogenadas o grasas parcialmente hidrogenadas.
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