Dieta para prevenir las molestas úlceras. La úlcera es una lesión que se localiza generalmente en la mucosa que recubre las paredes del estómago , en el intestino delgado o esófago. Sus síntomas pueden llegar a resultar muy molestos, especialmente en determinadas épocas del año u por otros factores como el estrés o el hábito de fumar. La alimentación puede ser un protector gástrico tanto para prevenir la aparición de úlceras estomacales como para reducir las molestias cuando ya se ha formado. La gastritis mal curada puede ser la antesala de una úlcera.
En la mayoría de los casos, la úlcera suele llegar acompañada de infección provocada por una bacteria denominada helicobacter pylori. Cuando esta bacteria se multiplica sin control no solo aumenta los riesgos de aparición de úlcera sino que también dificulta que la lesión cicatrice. Las situaciones de estrés pueden aumentar la acidez estomacal, molestia que, al igual que una gastritis no controlada, pueden ser la antesala de una úlcera. El hábito de fumar también es uno de los enemigos principales de nuestra salud digestiva. La nicotina que contiene el cigarrillo multiplica la acidez del estómago. El consumo de algunos medicamentos también puede provocar úlcera.
La alimentación es una premisa esencial para mantener nuestra salud y cuidarnos tanto por dentro como por fuera. En este caso, una alimentación sana, variada y adecuada a nuestras necesidades, puede contribuir a proteger nuestro estómago. Alimentación en la que encontraremos los remedios más naturales para combatir y aplacar las molestas úlceras.
Dieta digestiva
No solo es importante cuidar lo que comemos, sino cómo lo comemos. En el caso de úlceras, lo más recomendable es una dieta sencilla, a base de hortalizas y verduras cocidas, así como frutas maduras. Algunos alimentos, especialmente los ácidos (cítricos, salsas o zumos ácidos), embutidos, mariscos o carnes grasas, es mejor evitarlos en nuestra dieta si tenemos problemas estomacales o riesgo de úlcera. Los alimentos es mejor prepararlos a la plancha o hervidos, en lugar de fritos. Los pescados, mejor blancos (introducir pescados azules cuando llevemos varios meses sin síntomas o molestias) y siempre cocinados con poca grasa. Los lácteos, mejor siempre desnatados, y los huevos, pasados por agua, en tortilla o a la plancha.
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