Convierte el día de tu boda en una fantástica ceremonia planeada al milímetro con estos sencillos pasos
El día de nuestra boda es, tal vez, uno de los más destacados de toda nuestra trayectoria vital y, a todas luces, también uno de los que recordaremos con más cariño con el transcurso de los años. Y, por este mismo motivo, para convertir un evento casual en uno que trascienda en la posteridad es necesario planearlo al milímetro, sin dejar un solo cabo suelto. Arañar la perfección o incluso agarrarla con ambas manos. Es mucho más fácil de lo que parece.
En primer lugar, se ha de tener en cuenta el afamado protocolo de asientos. Este riguroso orden no es ni de lejos tan rigurosos. Tan solo se han de considerar dos aspectos a la hora de establecerlo: los novios deberán presidir la mesa principal y deberán estar flanqueados por los padrinos o consortes. En el caso de que los padrinos fueran distintos a los padres, estos también ocuparán sus asientos correspondientes en la mesa principal, próximos a la pareja desposada.
El segundo paso es la elección del menú. El menú de toda boda que se precie se presenta siguiendo unos criterios muy bien diferenciados. La comida debe servirse atendiendo a una escala que comience con los sabores más suaves y termine con los más fuertes. Así pues, primero irán los entremeses consistentes en verduras, después se servirá el primer plato de pescado y, finalmente, la carne. En el caso de presentarse dos carnes distintas, se presentará primero la que tenga un sabor más fuerte.
De una forma similar, nunca se servirán dos platos que estén acompañados de la misma salsa, ni siquiera de la misma guarnición. Por tanto, si el pescado puede aderezarse con ensalada y la carne con patatas fritas, pero nunca se debe repetir.
La disposición de las mesas
Lo más habitual es decantarse por una mesa de forma rectangular, que suele ser la más barata de adquirir y la que permite acomodar a la mayoría de invitados sin ocupar un espacio desmesurado de la sala de boda.
La mesa principal suele situarse al fondo de la estancia, directamente opuesta a la puerta de entrada a la habitación, de forma que los novios siempre se muestren de cara a los invitados que atraviesen el umbral. No obstante, también puede optarse por mesas redondas y ovaladas que, aunque más espaciosas, permiten una interacción mucho más natural entre los comensales.