La luna de miel es uno de los viajes más deseados en la vida, en algunas ocasiones más que la propia boda. Te contamos dónde puedes ir para vivir una de ensueño
La boda de miel es un paréntesis inolvidable de nuestra vida. Un par de semanas rodeada de la persona que más feliz nos hace en el mundo, disfrutando al máximo de su cariño, consumiendo cada instante a su lado sin barreras, como si el espacio y el tiempo se difuminaran a nuestro alrededor. Hay personas que no conceden a la luna de miel la importancia que se merece. De hecho, algunas ni siquiera dedican un tiempo prudencial a organizarlas debidamente. Al contrario, escogen un destino al azar por la sugerencia de su agencia de viajes de confianza y aguardan de brazos cruzados hasta que llegue el día señalado.
Pues bien, aunque esta es una opción, desde ella-hoy te recomendamos ser previsora y planificar con todo lujo de detalles dónde vas a pasar las que, posiblemente, sean las dos semanas más inolvidables de tu vida. Si eres de la vieja escuela y decides optar por una boda de miel exótica, si te gustaría conocer una cultura radicalmente distinta a la tuya, aquí van algunas alternativas.
La primera opción es Tanzania, uno de los destinos más completos que existen. Las selvas turísticas hacen que el país africano sea una buena opción para los amantes del campo, así como los safaris presentes en el Área de Conservación de Ngorongoro. Además, si ers de las que prefiere relajarse en una playa paradisíaca puedes viajar en barco hasta la isla de Zanzíbar, de aguas cristalinas de azul turquesa, cuya capital Stone Town ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad.
Frío y exotismo
Si, por el contrario, sois amantes del frío, los fiordos noruegos son vuestro mejor aliado. Noruega es de los pocos países en los que se puede ser testigo del sol de medianoche o la aurora boreal y cuenta con una belleza natral digna de enmarcar en metacrilato. Además, ofrece muchas actividades a los apasionados del deporte como esquí, trineo y senderismo. Eso sí, es necesario embutirse en varias capas de abrigo.
Si, por el contrario, se opta por el ajetreo de una metrópoli, Japón es una posibilidad perfecta. El país asiático combina tanto el bullicio de una gran ciudad como la calma que emana el campo, lleno de templos y pagodas que no pueden visitarse en ningún otro lugar del mundo. Aun así es preferible centrarse en una sola zona para disfrutar al máximo de las opciones que brinda.
