Las bodas al aire libre son las alternativas más socorridas por las parejas románticas. Pero, ¿hasta qué punto pueden ser rentables?
Ya está decidido. Vais a casaros. Y lo vais a hacer de la forma menos convencional posible. Tal vez sea porque os hayáis criado desde pequeños en un rincón apartado de la gran ciudad o porque os guste dedicar los fines de semana a conectar con la naturaleza. En cualquier caso, habéis optado por una ceremonia al aire libre. Y esta circunstancia entraña dificultades y grandes satisfacciones. Os enseñamos cuáles son.
La primera y más reseñable ventaja es el componente romántico que rodea al aire libre y, por extensión a la naturaleza. La poesía del siglo XIX evocaba un mundo natural majestuoso en el que el artista encontraba por fin la comprensión que no podía ofrecerle la sociedad. Desde entonces, en la cultura popular se ha desarrollado un creciente interés por los bellos parajes olvidados.
Además, al no tratarse de una iglesia, el espacio en el que se celebra la boda puede decorarse enteramente al gusto de la pareja, sin tener en cuenta parámetros que normalmente dificultarían el proceso, como la propia decoración de la catedral o el limitado espacio que esta proporciona.
Por otro lado, el exterior es el escenario perfecto para los amantes de la fotografía. Los fotógrafos suelen preferir la luz natural a la hora de inmortalizar momentos en sus cámaras y una boda al exterior puede ser el preludio de un álbum inolvidable. La naturaleza permite al profesional jugar no solo con la fastuosidad del vestido de novia sino también con el sol hundiéndose en el horizonte o con unos arreboles que desfilan por el cielo. De hecho, es bien sabido que las mejores instantáneas son las que se toman con el cielo encapotado, con una ligera capa de nubes en la que aún puede penetrar el sol.
La calma
En la calma estriba la principal ventaja de la boda al air libre. Ya no solo se trata del romanticismo que se desprende de la cercanía con la naturaleza, sino de la sensación de paz que esta transmite.
Los psicólogos afirman que se trata de un efecto placebo de lo más potente. Tranquilidad y naturaleza están tan férreamente vinculados en la cultura popular que el mero contacto con ella provoca una reacción en el cerebro, que a su vez libera el estrés y reduce los niveles de ansiedad. Es por eso que una boda al aire libre puede llevar a un ambiente mucho más distendido que una convencional.