No dejes que la lluvia arruine tu boda. Aquí tienes algunas ideas para utilizarla a tu favor
Ha llegado el momento. Apenas 24 horas os separan del día más feliz y memorable de vuestras vidas. Todo está meticulosamente dispuesto: los invitados, la cena, la localización idílica cerca de la costa o en una fastuosa iglesia. Ya solo resta embutirse el vestido que tantas horas ha costado conseguir. El vestido producto de decenas de descartes, indecisiones y esperas interminables.
Vuelves a ponértelo por última vez. Se ciñe bien al cuerpo. Estás radiante. Abres la ventana, buscando luz natural que perfile mejor tu silueta. El corazón te da un vuelco. Unas nubes vestidas de gris coronan el cielo. Puedes percibir la humedad que impregna el ambiente. Te alarmas. Acudes rápidamente a la previsión meteorológica para el día siguiente. Las nubes no se lo pensarán dos veces. Descargarán su furia sobre todos los asistentes a la boda. ¿Qué hacer en esta situación?
La primera solución depende necesariamente del nivel de previsión que se haya tenido durante la organización del evento. Muchos de los banquetes nupciales ofrecen la posibilidad de desplegar una carpa sobre las cabezas de los invitados en caso de que las inclemencias meteorológicas no dejen otra opción. De no ser así, la mejor alternativa es recurrir a la mano de obra y pedirle amablemente a unas cuantas personas que desplacen la mesa hasta el interior de la iglesia.
Si, por el contrario, no existe ninguna posibilidad de esquivar los envites de la lluvia, es recomendable guarecerse de ella a través del maquillaje. Hoy en día, la mayoría de marcas cuentan con un extenso catálogo de productos a prueba de agua, como máscaras de pestañas, bases de maquillaje o sombras de ojos.
El paraguas
La opción más sencilla y fácil de ejecutar suele ser la más acertada. En este caso, el paraguas puede actuar como un elemento diferencial en las fotografías de la boda, otorgándoles un toque único que brillará con intensidad propia en los álbumes recopilatorios posteriores. Se puede optar por obsequiar a los invitados con un paraguas blanco, que deslumbrará ante la cámara.
Finalmente, si ninguna de las opciones anteriores es viable, se puede optar por reclamar los servicios de las Hermanas Clarisas, unas religiosas capaces de convocar un sol radiante en los días en las que el aguacero no concede un solo minuto de tregua. Y lo harán de forma altruista a cambio de una docena de huevos.
