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La infección por el virus del papiloma humano (VPH) es un importante factor de riesgo a la hora de padecer cáncer de cuello uterino. Un virus que se contagia a través de las relaciones sexuales y que, además de poder cursar sin síntomas evidentes, puede permanecer de manera latente en el organismo durante años, y sin que sospechemos de su presencia. Es fundamental prevenir su contagio y, en caso de padecerlo, detectar cuanto antes su presencia. Actualmente, el mejor método de prevención es la vacuna. Vamos a ver, más detenidamente, que hay detrás del virus del papiloma humano. [/multipage]
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1. Riesgos
El virus del papiloma forma parte de un gran grupo de más de cien tipos de virus, de los cuales 40 son transmitidos a través de las relaciones sexuales, afectando al aparato genital, tanto el femenino como el masculino. Al menos, 15 de estos virus se consideran de alto riesgo al poder causar cáncer de cuello uterino. [/multipage]
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2. Contagio
La transmisión del virus del papiloma es en la mayoría de los casos sexual, aunque también existe riesgo de contagio al compartir la ropa interior de infectados o transmitirse de madre a hijo durante el parto. El uso de preservativo reduce el riesgo de transmisión durante la relación sexual. [/multipage]
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3. Síntomas
¿Cuáles son los signos que pueden hacer sospechar de la presencia del virus del papiloma humano? En muchos casos se trata de un virus asintomático, pero sí pueden aparecer ciertas manifestaciones físicas, como la formación de verrugas genitales que pueden aparecer semanas o meses después del coito sin protección. [/multipage]
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4. Test
La prueba del VPH se prescribe comúnmente en mujeres cuando las células cervicales recogidas y sometidas a análisis citológico no tienen una naturaleza claramente identificable. En este caso se realiza una prueba adicional de las células. Las mujeres vacunadas no necesitan someterse a la prueba de VPH. [/multipage]
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5. Vacuna
La mejor prevención contra el virus del papiloma es la vacuna, ya que protege contra los genotipos de papiloma más común, y especialmente el denominado genotipo 16, uno de los que más riesgo tiene de producir cáncer de cuello uterino. La vacuna se administra a las niñas de 11 a 12 años. [/multipage]