Un tercio de la población convive con el dolor crónico. Un problema médico diagnosticado y que se traduce en una convivencia diaria con los dolores de espalda, dolores de lumbares, trastornos digestivos o dolores de cabeza y cuello, entre los más frecuentes. Seguir un tratamiento y ponerse en manos del médico, aunque es lo más aconsejable, no siempre es la solución por la que se opta y, en muchos casos, por tratarse de un malestar soportable o por el precio de los fármacos como argumentos más esgrimidos, se sobrelleva sin consejo de un facultativo.
Cuando el dolor no remite se convierte en crónico. Una situación que asegura padecer un tercio de población española, según se desprende de una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre las causas, efectos y satisfacción con los tratamientos, cuyos resultados también apuntan a que para una de cada cuatro personas el dolor se ha convertido en un compañero inseparable desde hace más de diez años.
Entre los malestares o dolores más frecuentes, al menos para el 16% de los encuestados, se encuentran los problemas de espalda, huesos y musculatura, seguidos, con un 13%, de los dolores lumbares, dolores de cabeza (12%), trastornos digestivos (5%) o molestias ginecológicas (4%).
A la hora de graduar la intensidad del dolor, los cólicos nefríticos lideran este particular ránking, mientras que las molestias o síntomas gripales son los considerados más llevaderos. Pero sufrir dolor crónico entraña algo más que riesgos físicos, ya que también puede conllevar consecuencias emocionales al no poder desempeñar de manera efectiva nuestro trabajo o nuestras responsabilidades y tareas cotidianas.
Aunque la mayoría, siendo la opción más aconsejable, opta por ponerse en manos del médico ante la aparición de un determinado dolor que no remite, tres de cada diez de los encuestados reconocen no hacerlo. Entre hombres y mujeres, nosotras somos las que más optamos por ir al médico porque además también somos las más proclives a padecer este tipo de dolores. Pero hay otros motivos para no iniciar un tratamiento, desde el considerar que las molestias son soportables, hasta valorar el coste de los fármacos a tomar. En otros casos, también alegan dudas sobre la eficacia del tratamiento.
Lo que no debemos hacer, y así lo recomiendan los médicos y profesionales, es recurrir a la automedicación, ya que todos los medicamentos tienen efectos secundarios y lo que es válido para una persona no tiene por qué ser efectiva para otra.