La inteligencia, en pocas palabras, es la capacidad humana de resolver problemas. Y, al igual que otras muchas capacidades y habilidades, también se hereda. Según la ciencia, aproximadamente entre el 45-55% de la inteligencia viene determinada por los genes. Pero, ¿es posible conocer qué papel desempeña cada progenitor en esta herencia? Según han constatado diversos estudios científicos, a quien más debemos agradecer nuestras habilidades cognitivas es a nuestra madre.
El estudio que ha servido del punto de partida para desarrollar posteriores hipótesis fue el realizado por la Universidad de Cambridge, en la década de los años 80, que apuntó a que sería la madre la que aportaría la mayor carga genética en la formación de las estructuras del cerebro directamente vinculadas con las operaciones mentales y el pensamiento. Los ensayos realizados con ratones han arrojado nuevas vías de investigación, pero también avalarían las hipótesis sobre el papel de cada progenitor. Así, en los ratones con mayor carga genética materna se apreció una cabeza y un cerebro de mayor tamaño, aunque con cuerpos más pequeños. Justo lo que sucedía en los ratones con mayor carga genética paterna. Al parecer los genes paternos tienden a localizarse en zonas implicadas en funciones como la supervivencia o la alimentación, mientras que los maternos lo harían en zonas relacionadas con las funciones cognitivas (pensamiento, lenguaje, inteligencia).
Otro estudio, mucho más ambicioso en duración y número de participantes, fue el coordinado por el Medical Research Council Social and Public Health Sciences Unit de Estados Unidos. Contó con la participación de más de 12.000 jóvenes. El estudio señaló que la variable que mejor determinó la inteligencia de cada participante fue el cociente intelectual (CI) de al madre.
Hay otro argumento científico más para apoyar la teoría de que la inteligencia se hereda de la madre, y es que según diversos estudios una parte importante del componente intelectual se asocia al cromosoma X, el que aporta la madre (el padre, cromosoma Y). Las niñas, al heredar dos cromosomas X tendrían más posibilidades de heredar más carga genética de la madre vinculada a inteligencia.
No todo es cuestión de genética, lógicamente, porque la inteligencia hay que potenciarla y cultivarla, sin olvidar la influencia de los factores ambientales, sociales y culturales. Aquí también la madre juega un papel fundamental, ya que diversos estudios han apuntado la teoría de que el vínculo que se establece entre madres e hijos favorece el desarrollo intelectual, así como otras habilidades como la perseveración y la intuición.
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