Procesos depresivos: ¿Por qué nos afectan más a las mujeres? Somos tres veces más vulnerables a padecer episodios depresivos o ansiosos que los hombres, según datos de la Asociación Española de Psiquiatría Avanzada. Depresión y ansiedad son más frecuentes entre las mujeres, al igual que los trastornos alimentarios o los problemas de insomnio. ¿Dónde está la respuesta? En los factores hormonales, los cuales explican por qué las mujeres somos más tendentes a padecer depresión y los hombres a padecer otros trastornos mentales.
La salud también nos diferencia, y en el caso de las enfermedades mentales ser hombre o mujer también nos predispone o nos hace más vulnerables a padecer determinadas patologías. Así, la prevalencia de los procesos depresivos o ansiosos es mayor entre las mujeres, al igual que sucede con los trastornos de la conducta alimentaria o los trastornos de sueño. Por su parte, los hombres son más propensos a padecer problemas de esquizofrenia, trastornos de abuso de sustancias estupefacientes y trastornos de control de los impulsos.
¿Por qué se producen estas diferencias? Por los factores hormonales, en concreto por los estrógenos, progesterona y andrógenos, los cuales están asociados a la funcionalidad cerebral y fijan las diferencias funcionales, morfológicas y psicopatológicas entre hombres y mujeres. En el caso de éstas últimas, las alteraciones de los niveles de estrógenos y de progesterona durante los ciclos menstruales también contribuyen a los altibajos en el estado de ánimo de la mujer. Precisamente, durante las etapas de fluctuación hormonal es cuando la mujer tiene más probabilidades de padecer un trastorno psicológico, etapas como la premenopausia, la menopausia o el posparto. Hablamos, por ejemplo, de mayores probabilidades de padecer trastornos como la depresión posparto o el trastorno disfórico premenstrual.
Respecto a la etapa de la menopausia, además de asociarse con alteraciones del estado de ánimo, también nos hace más vulnerables a padecer problemas de sueño como el insomnio. Falta de descanso que hará durante el resto del día se produzca somnolencia y decaimiento, al tiempo que nos hará sentirnos más irritables. El insomnio se puede tratar, en muchas ocasiones sin necesidad de recurrir a los fármacos.
Síntomas más comunes
Hay algunos síntomas o señales que nos alertan de que algo no va bien. El decaimiento, la falta de motivación, los episodios de ansiedad, dificultades para conciliar el sueño, sensación de angustia o falta de energía son algunos de los síntomas más comunes que suelen preceder a estos problemas. Síntomas que pueden afectar al día a día, dependiendo lógicamente de la severidad de cada cuadro.
Pero no todos los síntomas son tan evidentes o, al menos, permiten relacionarlos con claridad con un problema depresivo o de ansiedad. Así, por ejemplo, en algunos casos estos trastornos se ven precedidos por síntomas físicos como dolores o molestias. Síntomas para los que, cuando no existe una explicación clínica, sí pueden tener su respuesta en un proceso emocional. Síntomas, por otra parte, que deben ser analizados por el médico y que, en caso de confirmarse, se deben tratar. Curiosamente, estos síntomas suelen resultar mucho más invalidantes para realizar las tareas cotidianas, sin embargo, pocas veces los relacionamos con un problema de tipo emocional.