Presbicia: ¡Cuida tu vista cansada! La presbicia suele aparecer a partir de los 40 años y es un defecto de la vista consistente en que, por disminución de la acomodación del ojo, se proyecta la imagen detrás de la retina y, en consecuencia, se perciben confusos o desenfocados los objetos cercanos. La presbicia es, junto a la miopía y el astigmatismo, uno de los problemas oculares más comunes. Existen varias soluciones para combatir la presbicia, pero lo más importante es no olvidarse de acudir a las revisiones con el oftalmólogo.
La presbicia, según un reciente estudio realizado por el Instituto Varilux y el Consejo General de Colegio de Óptios-Optometristas (CNOO), afecta al 40% de la población. ¿Necesitas alargar los brazos para leer el periódico? ¿Te cuesta enfocar la letra pequeña de los envases o prospectos? Si presentas alguno de estos síntomas, conviene realizar una consulta al oculista. Además, la presbicia puede ir acompañada de miopía e hipermetropía y, entre otros factores que pueden acentuarla, estaría la diabetes, el consumo de algunos fármacos, o ciertos hábitos que requieren forzar la vista.
Además de las dificultades para enfocar objetos cercanos, la presbicia puede venir acompañada de dolor de cabeza o fatiga, debido al sobreesfuerzo al que se está sometiendo a los ojos. La presbicia no se puede prevenir, es decir, forma parte del proceso natural de envejecimiento, pero sí se puede diagnosticar a tiempo y adoptar las medidas necesarias para evitar que nuestros ojos sufran más de la cuenta.
De la misma manera que cuidamos nuestro cuerpo y nuestra alimentación, no debemos olvidarnos de nuestros ojos, los cuales requieren una serie de cuidados a lo largo de todo el año. En el caso de la presbicia, la solución más común es utilizar unas gafas progresivas o bifocales, aunque en algunos casos, dependencia del grado de presbicia, también existen métodos quirúrgicos para corregir la presbicia como colocar una lente dentro del ojo (intraocular) o realizar una operación con láser (extraocular). Se trata de una operación sencilla, que no requiere ingreso hospitalario, e indolora, y cuyo efecto dura aproximadamente cinco años.