El fundador y presidente del movimiento Slow Food, Carlo Petrini, es un gurú de la alimentación y la vida saludable y desde 1989, cuando fundó Slow Food, ha pregonado cuáles son las claves para tener en el día a día una alimentación sostenible, que respete el medio ambiente y a los seres humanos, desde la producción del alimento hasta el momento en que la comida llega a nuestros hogares.
Este italiano de 63 años es un experto internacional sobre la alimentación, ha publicado varios libros y tiene varios premios, entre ellos el European Hero de Time Magazine. Defiende que la alimentación humana es algo más que recetas y estética, y por ello la industria alimentaria debe respetar su significado en todo el proceso: agricultura, producción, comercialización, creación y consumo:
“Gastronomía es una ciencia compleja y multidisciplinaria que la academia se negó a aceptar durante años. Es holística y cuando hablamos de ella, hablamos de todo lo humano cuando se trata de comer. Es física, química, biología, genética, agricultura, historia, antropología, sociología, identidad cultural y aunque no lo crean, economía política”.
Petrini da charlas por todo el mundo, explicando cómo es la relación de la industria alimentaria y el poder, concienciando a las personas de buscar alternativas de alimentación que respete nuestro entorno. Por ejemplo, uno de los datos que le gusta dar es que «el 80 por ciento de las semillas en el mundo pertenecen sólo a cinco multinacionales”, por lo que los pequeños productores locales cada vez van desapareciendo, ante la imposibilidad de competir con las grandes industrias.
Slow Food tiene claro que pequeños pasos hacen la diferencia, por eso te contamos las claves para tener una alimentación sostenible y aportar nuestro granito de arena.
1. Busca alimentos orgánicos
Son un poco más caros y difíciles de encontrar, pero tu salud y economía lo agradecerán a largo plazo. Librar tu cuerpo de químicos y transgénicos te evitará un gasto de salud, ya que alimentar tu organismo con buenos productos de calidad y sin químicos, afecta positivamente en tu estado de salud y bienestar.
2. Compra directamente a productores locales
Cada vez es más fácil encontrar productores locales en España. Muchas personas dedicadas a la agricultura y la ganadería se han dado cuenta de que comer saludable debe ser una prioridad para las familias, por eso producen a pequeña escala, ofreciendo buenos productos, sin químicos o con menos químicos y favoreciendo la conservación de semillas autóctonas de las regiones donde vives. Además, consumir productos locales impacta mucho menos en el medio ambiente, pues la cantidad de kilómetros que el producto viaja es mucho menor, evitando consumo de gasolina en transportes como aviones, trenes o camiones, lo que minimiza el impacto ambiental.
3. Anímate a cultivar tú misma
Es una alternativa estupenda para saber lo que comes en cada momento y además, ayudas a generar oxígeno en la atmósfera, sobre todo si te animas a plantar árboles frutales. Puedes aprender a hacer un huerto urbano, en tu casa o en la azotea junto con tus vecinos, o si no tienes espacio, puedes pensar en un huerto de alquiler. Son económicos e incluso algunos tienen la opción de que agricultor lo cuide por ti. Así siempre tendrás comida fresca y saludable en tu casa, sabiendo de dónde procede y cómo ha sido el proceso de cultivo de tus verduras.
4. Aléjate de los productos procesados
Los productos procesados contienen muchos conservantes y químicos que a la larga pueden ser perjudiciales para tu salud. Además, se pierden muchas de las propiedades iniciales del producto, debido a la complejidad en el sistema de procesamiento. A no ser que tenga un buen certificado de calidad, muchas veces no sabemos de dónde proceden, por ejemplo en el caso de productos procesados de carne, y no podemos saber, por ejemplo, si provienen de animales hormonados o tratados en condiciones que afecten la integridad de los animales. Además, suelen empacarse con muchísimos envases que se acumulan y perjudican el medio ambiente. Una premisa: cuanto menos envases mejor, y si tienen envase, que sea reciclado y biodegradable.
5. Vuelve al mercado
La ventaja del mercado es que puedes preguntarle al pescadero o a la carnicera sobre la procedencia de los alimentos que deseas comprar. Incluso, seguro que puedes hablar con los tenderos y pedirles que busquen alimentos orgánicos. Si tienen suficiente clientela, se ocuparán de satisfacer tus deseos saludables de mantener una alimentación sostenible.
6. No te fijes en la apariencia
Las zanahorias y las manzanas ‘perfectas’ no son precisamente las más naturales. La naturaleza no crea alimentos iguales, perfectos y lisos por sí sola, así que si piensas que lo bonito es más saludable, pásate por un mercado ecológico o pregunta a alguna persona mayor para saber cómo son ‘de verdad’ las frutas y verduras que te gustan.
7. Infórmate de dónde proceden los alimentos importados
Esto es lo más difícil, porque no podemos saber con seguridad si los alimentos que compramos han sido realizados o producidos en condiciones adecuadas, pero actualmente existen certificados que nos ayudan a tener más confianza en los productos, pues aseguran un sistema de producción que respeta los derechos humanos y no favorece la pobreza. Busca alimentos que sean de cooperativas, donde los productores y productoras sean las beneficiados directamente de la venta del producto.
Es cierto que a veces las preocupaciones del día a día pueden hacer que nos cueste más fijarnos en todo lo que compramos, pero ¿no merece la pena saber que lo que comemos es bueno para nuestra salud y ayuda a generar un mundo más limpio y justo? Te animamos a probarlo.
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